La II Guerra Mundial como telaraña que mudó los comportamientos de los más inquebrantables sacude también al personaje Walter Stamm, un estudiante de Berlín, "culto, sensible, que acaba trabajando para un oficial de las SS y convirtiéndose en soldado", describe Melcior Comes, su padre literario. Con la novela La batalla de Walter Stamm se alzó con el premio Josep Pla, la pasada noche de Reyes. Con el galardón, el escritor mallorquín se hará un hueco en el mercado catalán.

-¿Qué le interesó de la II Guerra Mundial como trasfondo para su novela?

-Es una época con la fuerza y la importancia de ser el acontecimiento más trágico de la humanidad. Si piensas en el exterminio de millones de judíos y de los opositores al nazismo, no cabe en la cabeza de nadie que se haya producido semejante representación del mal.

-¿Cómo interpreta el renovado interés por este tema entre los escritores europeos? Está muy cercano el libro ´Las benévolas´ de Jonathan Littell.

-Sabía que existía el libro y lo leí cuando ya llevaba la mitad del mío escrito. Si es verdad que me detuve en el capítulo que habla de Stalingrado porque quería contrastar con lo que lo que yo escribo, sin embargo, él lo trata muy poco. En cuanto al interés quizá se deba a la fragilidad de nuestra situación actual y al miedo que tenemos de que algo tan atroz se pueda volver a repetir.

-Esa "representación del mal" de la que habla, ¿sirve la cultura como antídoto?

-La cultura debería poner interrogantes. Mi novela muestra la capacidad para resistir y asumir. El protagonista, acaba planteándose mientras pasea con su nieto, las mismas incertidumbres que podría llegar a tener el pequeño.

-¿La historia se repite, es cíclica irremediablemente o es un pensamiento extremadamente conservador y pesimista?

-La historia no debería repetirse y es trabajo común que así sea. Walter Stamm es un joven cultivado que se ve obligado a copiar documentos para un oficial de la SS en los que lee todo tipo de atrocidades. Condenado de un delito de espiar es enviado a un campo de exterminio y para evitar su muerte, le ofrecen conmutarle la pena a cambio de que convierta en soldado.

-Frente a semejante tesitura, ¿plantea usted un dilema moral?

-Él se ve obligado a hacer de todo para sobrevivir. Es la historia de una persona buena que acaba empuñando las armas. Las circunstancias históricas nos pueden convertir en monstruos.

-Su protagonista se convierte en antihéroe.

-Para mí, el encarna una síntesis de toda la juventud europea que en la II Guerra Mundial murieron entre los 19 y 35 años. Las novelas siempre retratan la historia a través de sus personajes.

-Los principios de año parecen serle benéficos. El 2007 lo inauguró con el Premi Ciutat de Palma con ´El llibre dels plaers inmensos´, y ahora le alienta el nuevo año con el Josep Pla. En la primera, usted vindicaba una actitud de "ilusión ante la vida"; y ahora se pasa al horror de la guerra.

-Es la libertad de la escritura, la grandeza de imaginar.

-Pensó que ganaría el Pla.

-No lo creía. Estoy muy contento.