El escritor de Bellreguard ha dejado pasar unos cuantos años sin publicar una novela, y de pronto aparece Jaime I el Conquistador (Ed. Martínez Rosa), lo que no deja de ser una sorpresa, porque está en castellano. Hasta ahora Ferran Cremades (1950) había publicado casi toda su obra en valenciano, excepto un libro de poesía en francés, hace veinte años.

"Comencé por escribir una versión de cara al público juvenil en valenciano y se la ofrecí a un editor. Luego reflexioné: voy a hacer una novela de veras. Un escritor ha de profesionalizarse. Prefiero echarme en brazos del mercado", declara el escritor, que está esperando las reacciones del público y los críticos. Cuando tenía escrita ya buena parte "a través de un agente se la mostró a varios y tres se mostraron interesados, pero Martínez Roca parecía que quería jugar más fuerte con mi libro", asegura.

El novelista ha cultivado el género de la novela histórica, que tuvo un rebrote fuerte en los 80 en la Comunitat Valenciana. "Desde 1982, cuando publiqué La Regina de la pobla de les fembres pecadrius y luego con El cant de la Sibil·la siempre me he interesado por saber lo que la gente de otras épocas sentía, sus emociones, cómo vivía, para que se pueda reflexionar, sobre las leyes que se daban, y cuál era la relación entre poder y religión -una constante de la historia- muchas veces van juntos y otras veces son cosas separadas".

El 9 de octubre no tuvo por qué ser una mala fecha de lanzamiento. No para todos es una fiesta, no para los musulmanes valencianos, ni lo fue ni lo es. "Son diversas las versiones. Hay algunos que sienten nostalgia de Al Andalus, para ellos todo era maravilloso. Para otros la Reconquista y el Cristianismo lo justifican todo. Y la tercera, que me interesa más, es la que se fija en que todo tiene ciclos, que los imperios y las civilizaciones se suceden, tienen su esplendor y su decadencia. A Valencia llegan los cristianos cuando los taifas están en crisis".

Y Ferran Cremades quiere matizar, porque "cuando llegan los Omeyas quienes se oponen son los primeros pobladores musulmanes.Y bajo el poder musulmán, a lo largo de siglos, hay también cristianos que han asimilado su civilización y que no van a cambiar".

La atracción de la figura de Jaume I es determinante, al menos para él. "El cambio de civilización y la personalidad de Jaime I lo son todo en mi novela. Hay también unos arquetipos, el de conquistador y vencedor. Jaime I no sólo conquistó Valencia o Mallorca, pretendía ser emperador.

Y de otro lado el perdedor, Zayan, ve que poco a poco su poder está minado. "Zayan es la prueba de Jaime I y Jaime I la prueba de Zayan. Pero no es un libro de historia, es una novela, he dedicado siete años a ella, y combina la historia, la leyenda y la imaginación. Llego a un punto en que con la mente me traslado en el tiempo".

En ese sentido ha manejado diversas fuentes, "las crónicas y poemas árabes, pero también la Crónica de Jaime I o Llibre del Feyts. Hago un homenaje a la literatura oriental y a la occidental. Hay muchos guiños a Ben Alabar... Muchos homenajes intertextuales".

Un tema así, tras la experiencia de Tirante El Blanco y Los Borgia lleva camino de acabar en película "Es la película que me gustaría a mi ver -no la que me gustaría a mi dirigir- con muchos personajes".

Y Cremades destaca que hay un cambio en este libro , porque "no hay rollo de literatura.Voy directo. Es una escritura más rápida, más narrativa. Hay un cambio en mí. No quería hacer una crónica. Espero enganchar con escenas que se abren y se cierran y se suceden".

Ferran Cremades cree que se puede seguir ahondando en este filón de la época medieval. "Hay que hacer ficción, la ficción nos hace más libres. No sé por qué no se hacen más novelas sobre la época, tenemos una laguna. Por suerte los historiadores nos adelantan el trabajo".

Y sabe muy bien que todo escritor escribe como una parábola sobre el presente, con sus pulsiones "se puede leer con visión actual, habla de la realidad. Es un libro muy sensual, sobre los olores y los sabores. Somos muy mediterráneos. Creo que me intereso por la civilización del Islam por lo que tiene de mediterránea. Y sobre todo, por el desprecio oficial que ha recibido. La cuestión es no magnificar. El peligro es magnificar. Cuando se habla del Islam es un error creer que es todo lo mismo, no todos los países son iguales" y no se puede confundir.