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Entrevista

Jaume Ripoll: "El cine ´on line´ no es una amenaza para las salas, es un complemento"

"Necesitamos más promoción y menos denuncia. Debemos seducir, no asustar"

Jaume Ripoll, ayer en la Biblioteca de Babel. b.ramon

—¿La quinta edición del Atlántida es la más ambiciosa?

—¡Sí! Teníamos muy claro que una vez superados los 40.000 espectadores debíamos dar un salto adelante. El festival es on line pero hemos organizado una parte presencial distinta a otros festivales que consiste en una colaboración con el Festival Sónar, que tiene un espacio dedicado a las novedades del cine. Hemos invitando a creadores de todo el mundo como, por ejemplo, el director del festival South by Southwest. El cine se queja mucho. Lamentamos mucho la falta de apoyo institucional y educativo pero también es necesario encontrar nuevas vías. Ellos demuestran que hay nuevas formas de hacer cine.

—¿Cuáles son esas vías?

—Hay que aprovechar todos los recursos que ofrece el mundo digital: un coste de producción inferior, una enorme capacidad de distribución y un canal de comunicación que te permite llegar a tu audiencia. Las posibilidades son muy poderosas. Tengo la sensación de que solo vemos la parte negativa de internet, es decir, la falta de regulación del mercado o el cambio de hábitos del espectador. Es verdad que la balanza aún está desequilibrada pero también tiene su parte positiva.

—¿Qué beneficios tiene para un cinéfilo un festival on line?

—Hablemos de Mallorca. Aquí solo tenemos el Maremostra. En Atlántida se programan las mejores películas que se han visto en Sundance, Cannes, Berlín o Venecia. Son películas que no se han estrenado en cine y para los cinéfilos es una manera de poder verlas. De cara al creador o director, si puede programarla en este festival, llegará a un público más amplio.

—¿Qué papel juega el editor?

—Una de las cosas buenas de internet es la autodistribución, pero se necesita un filtro porque llegas a casa y te encuentras con 10.000 películas para ver. No sabes por cuál empezar y ves las de siempre. Necesitas que el editor te guíe por otros caminos. Este trabajo de filtro es más necesario que nunca.

—Si, ante la abundancia, el espectador se vuelve conservador, ¿cuál es la solución?

—Educación, tecnología y contenidos son las tres partes a trabajar. Estamos sobreexpuestos a lo audiovisual y nadie nos ha educado la mirada. Es vital que lo audiovisual se meta en colegios e institutos y no sea un acto heroico de profesores individuales que aman el cine. Debe ser una cosa más estructurada y que es necesaria para desarrollar el amor por el cine.

—Si el cine entra en los colegios, ¿también ayudará a concienciar contra la piratería?

—Sí. Al final llegaremos a un punto en el que serán los niños que dirán a sus padres: ‘esto lo tenemos que ver en un portal legal’.

—¿El cine on line puede competir con las salas convencionales?

—De hecho, el cine on line convive con las salas convencionales. Las cifras demuestran que la convivencia es más pacífica de lo que algunas salas se han empeñado en decir. Debemos partir de que la experiencia de una sala nada tiene que ver con el cine on line. Son diferentes. Uno de los problemas es que te dicen: si está en la sala, no puede estar en internet. El cine on line no es una amenaza para las salas, es un complemento más como la televisión o el DVD. No nos podemos engañar. La gente que quiere ver la película que está en cartelera de manera on line solo lo puede hacer de forma ilegal.

—¿Es rentable el cine de pago por internet?

—Vivimos en un mundo binario: o es una cosa o es la otra. En el mundo del cine, todo suma. ¿Genera dinero? Sí, pero no genera tanto dinero como el tradicional. La idea es que vaya sumando. La gente debe entender que hacer cine es mucho más caro que escribir un libro o sacar un disco.

—Empezó con un videoclub. ¿Filmin nació con la voluntad de ser algo más?

—Teníamos claro que debía ser más que un videoclub, porque si no estábamos muertos. Por ello, hicimos un concurso de cortos y una parte de blog, además la página es un reflejo de la actualidad.

—¿Cuál es el secreto del éxito?

—Uno de los éxitos es habernos podido recuperar de todos los errores cometidos. La paciencia de los clientes y el apoyo de los socios y de la Unión Europea nos ha permitido superar los errores iniciales. Una de las claves del éxito es que somos una empresa dinámica, con poco tiempo implementamos novedades. El primer Festival Atlántida nació en un fin de semana. Además, las redes sociales son imprescindibles y somos muy transparentes, admitimos los errores y pedimos disculpas.

—Cometer errores era normal. Filmin fue la primera plataforma en España de cine de pago on line y la segunda en Europa.

—Era inevitable. Cuando empezamos no había un camino hecho.

—Tienen una sección para niños. ¿Es difícil programar cine para los más pequeños de casa?

—Es difícil programar para que los padres proporcionen a los niños algo diferente a lo que ven. Se trata de invitar a los padres a que en vez de poner en bucle un vídeo de Pocoyó, descubran con sus hijos nuevas propuestas de animación. El cine es como la alimentación, como más variada sea, mejor.

—¿Qué radiografía hace del espectador?

—Corremos el riesgo de ser unos espectadores aturdidos y somos impacientes crónicos. Tenemos a nuestro alcance toda la información pero no podemos digerirla.

—¿Y qué diagnóstico hace del cine español?

—Se hace un cine más variado que nunca pero tenemos el problema de que se hacen películas caras muy comerciales y películas pequeñas extraordinarias que por falta de recursos no llegan a los espectadores. Bayona tiene toda la razón del mundo cuando dice que en España hemos hecho el cine que hemos podido, no el que hemos querido.

—¿La piratería es el principal problema o hay cierto desinterés en descubrir nuevos autores?

—Al desconocimiento le sigue el miedo. Como tengo el tiempo muy limitado, voy a lo conocido. Las series de televisión ahora funcionan más que nunca porque es ir a lo seguro. Los largometrajes con directores y actores desconocidos, dan un miedo tremendo. Los distribuidores debemos saber cómo convencer para que por la noche no se vea un episodio de tal serie, sino que se elija una película. Falta repensar una estrategia.

—Las galas de los premios de cine sirven como plataforma de protesta, pero también serían un buen canal de promoción

—Las galas deben servir para promocionar el cine que se ha hecho y el que vendrá. Deben ser un gran acto de promoción. Sería vital que en los Goya o en los Gaudí se pasaran tráilers de lo que vendrá. Necesitamos más promoción y menos denuncia. Debemos seducir al espectador, no asustarlo.

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