Sostiene el escritor Daniel Blanco que durante el franquismo, en las zonas turísticas como Mallorca, "la moral era más relajada". "Con los turistas se hizo la vista gorda porque ellos dejaban el dinero y España estaba en bancarrota", comenta el autor de Moguer, que ayer presentó en La Biblioteca de Babel la novela Los pecados de verano (Ediciones B). En ella, retrata el turismo "mojigato y recatado" de los años 50 en las playas españolas. El libro rescata uno de los episodios más curiosos y desconocidos de la historia española más reciente: la celebración del I Congreso de Moralidad en Playas y Piscinas "que establecía normas que hoy, desde la distancia, cuesta creer". Comenta Blanco que se recomendaba la separación de hombres y mujeres a la hora de bañarse en el mar, la prohibición de estar fuera del agua sin albornoz o la de organizar bailes en la playa.

En la época de la dictadura, la construcción de la moralidad "venía dictada desde arriba"; en cambio, considera Blanco, "en la democracia, la moralidad la establecen los grupos de convivencia, por eso nos encontramos con casos tan extremos como los desfases de Magaluf o grupos de jóvenes que mantienen una serie de estereotipos muy anacrónicos", prosigue.

A pesar de centrarse en un momento histórico peculiar y contradictorio, la novela es muy actual porque en ella se plantean temas universales como el deseo. "Hay una parte animal que todos llevamos dentro y que provoca que se prenda la llama", señala el autor. "Me interesa mucho la manera en que nuestros abuelos gestionaban antaño la frustración del deseo; ahora tenemos más herramientas y recursos para manifestarlo", defiende.

Sin embargo, en aquellos años, el turismo importó nuevas costumbres que trataron de ser erradicadas en muchos lugares. "En algunos pueblos de costa llegaron a organizar procesiones extraordinarias para pedir protección contra esas nuevas maneras de relacionarse que exhibían los extranjeros", concluye.