«Ahora cuando acabe de hablar contigo veré si puedo pegar un bocado y seguiré analizando informes y vídeos sobre el Espanyol», afirma Pedro Rostoll al otro lado del teléfono. Son las 15:45 de la tarde del pasado jueves y tan solo hace media hora que ha llegado de Son Bibiloni. Queda un día para medirse al Albacete, pero en el cuerpo técnico del Mallorca van una semana por delante. A la mañana siguiente, Luis García, al que no le gusta centrarse en exceso en lo que está por venir antes de hora, espera sobre su mesa toda la información sobre el próximo rival.

Unas horas antes de atender a distancia a este diario por el protocolo anti-covid que exige la Liga, se respira calma en el césped de la ciudad deportiva. Son las nueve de la mañana y en los despachos se vive la primera reunión del día de todo el cuerpo técnico. Junto a Luis García, al igual que en los últimos quince años, se encuentra Pedro Rostoll, su segundo de a bordo y encargado de que todo funcione. Tras acordar los ejercicios y pasar el test covid diario, pone rumbo al campo para preparar todo el montaje con la ayuda del preparador físico y algún utillero, mientras que el madrileño se cobija en su despacho para seguir viendo informes. «Tras el entreno nos juntamos para comentar cómo ha ido, preparar el planning para el día siguiente y a casa», aclara.

Seis son las personas que conforman el cuerpo técnico más próximo a Luis García, un grupo al que él considera más una familia que compañeros de trabajo. Algunos ya estaban aquí cuando aterrizó en la isla como Xim López y Miquel Artigues, mientras que otros los ha ido reclutando desde su inicio en los banquillos como Félix Vicente, Raúl Gallego o Luisvi de Miguel.

A la cabeza de todos ellos se encuentra Rostoll. Persona de máxima confianza para el entrenador del Mallorca y encargado de las jugadas a balón parado, le ha acompañado por medio mundo en todas sus aventuras en los banquillos. Benidorm, Levante, Getafe, Baniyas (Emiratos), Beiying Renche (China), Villarreal, Al-Shabab (Arabia Saudí) y ahora Mallorca.

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Amistad de años

Su amistad con Luis, que se inició en el año 1996 cuando ambos coincidieron en el Benidorm, permite a Rostoll desgranar el afable carácter del entrenador del Mallorca: «Es tal cual se le ve. Es muy exigente en el trabajo y le gusta estar encima de todo, pero lo hace todo con buen carácter. Y con los años va a más. En el mundo del fútbol, al principio, igual tratas de guardar un poco más las apariencias, pero al final, con los años y la madurez, se ve la persona que hay».

Cercano en el trato con los futbolistas, es el último filtro de toda la información procedente de los analistas del club que llega a las manos de Luis García. «Mi función es darle otro punto de vista sobre cualquier aspecto. Hablamos sobre qué podemos hacer en los entrenamientos, qué podemos hacer contra cada rival, qué alineación poner en el partido... Son muchas horas de trabajo», explica. En el campo, decide junto a Luis García el siguiente movimiento a realizar. Al no poder permanecer por la tarde en Son Bibiloni, es en casa donde continúa la jornada laboral que, en circunstancias normales, se alargaría hasta las 19-20 horas de la tarde en la ciudad deportiva si no fuese por la pandemia: «Prácticamente no tenemos días libres y nos dedicamos a ver fútbol, analizar a los rivales y a nosotros mismos buscando corregir los fallos».

Las sesiones de vídeo, ya editados al milímetro previamente, son grupales para evitar sobrecargar de información a los jugadores durante la semana. Divididos en varios días, buscan reforzar conceptos y corregir errores. «Hoy (por el jueves) hemos trabajado el balón parado y hemos visto las acciones de estrategia del Albacete. Mañana, ya en el hotel, veremos lo que hacen en ataque y defensa. Nos gusta verlo el mismo día del partido para que tengan la información fresca», destaca.

Precisamente a la hora de analizar a los rivales aparece la figura de Raúl Gallego. En el 2015 se incorporó al grupo de trabajo de Luis García, aunque ya lo intentaron antes en su época en el Getafe. Amigo de toda la vida de Pedro Rostoll (al igual que él nació en Benidorm), quien aconsejó su fichaje a Luis García, es el encargado del departamento de análisis. Pese a realizar gran parte de su trabajo en los despachos, estudiando en profundidad a los rivales del Mallorca, también acude al campo y actúa como un tercer entrenador. «Sabía que a Luis le iba a gustar y está encantado con él», comenta Pedro. Es el más bromista de todo el cuerpo técnico y encargado de animar los entrenamientos en Son Moix escogiendo la banda sonora. «El chaval se maneja bastante bien en ese mundillo» cuenta entre risas.

Luis García se ha querido envolver a lo largo de su carrera de gente válida y leal. Félix Vicente, preparador físico, es el mejor ejemplo de ello. Entrenado por Luis García cuando era cadete en los primeros pinitos del madrileño en los banquillos, se especializó en readaptación física y se unió al proyecto de Luis García en el Levante. Sus caminos se separaron y en el Al-Shabab volvieron a juntarse, ya como preparador físico. Es el encargado de que los jugadores estén a tono todos los partidos y de controlar la carga de trabajo de cada futbolista.

Tercer preparador de porteros

Encargado de la portería se encuentra Luisvi De Miguel. Fue el último en llegar tras la marcha por asuntos familiares de Juan Miguel San Román (anteriormente se marchó Fernando Maestro) y llegó después de ser preparador de porteros en el filial del Valencia y del Villarreal. Le describen como «muy profesional» y exigente con los metas. «Tiene muy buena relación con ellos, pero a veces le oigo y les mete una caña…», bromea.

Si algo destaca, y no es novedad en el equipo, es el buen ambiente que se respira en el vestuario. Con Manolo Reina y Antonio Raíllo como ejecutores de la mayoría de bromas, no desvela qué jugador lidera la lista de multas: «Cuando uno llega un minuto tarde todo el mundo aplaude, se ríe, se meten con él… Eso hace que haya más alegría».

Junto a ellos se encuentran Xim López y Miquel Artigues, que ya estaban en el club antes de la llegada de Luis García. Xim, del cual tenían buenas referencias, había actuado hasta la fecha como analista sin pisar el campo, aunque este año ayuda a Raúl Gallego y viaja con el equipo, observando el partido desde la grada y estando en permanente contacto con Rostoll. La tarea de Artigues, como auxiliar técnico, se centra más en el aspecto físico, recabando datos con el GPS entre otras tareas y, además, es quien se queda trabajando con los jugadores desconvocados o lesionados cuando viaja el equipo.

Un grupo de siete que, apoyado en el trabajo del cuerpo médico, delegados y encargados de material, están conduciendo al Mallorca, líder destacado de Segunda División, a una de las mejores temporadas de su historia. Un grupo de trabajo que va más allá de la relación laboral. «¿La paella de Luis? Muy buena. Pero su suegra hace unas que te vuelves loco», deja caer Rostoll antes de colgar.