Hay más de un motivo para pensar que el reto de esta noche es titánico. Porque, de entrada, empezar con dos goles de desventaja es un hándicap mayúsculo. Has de hacer un partido casi perfecto para conseguir el objetivo, marcar dos goles y no encajar ninguno. Pero también lo hay para pensar que la remontada es posible. Porque este Mallorca, que suma treinta partidos marcando de forma consecutiva en Son Moix, juega muy diferente a como lo hace cuando se desplaza. Es un equipo ambicioso, ofensivo, valiente, convencido de sus posibilidades. Y a todas estas virtudes hay que añadirle la rabia con la que acabaron los jugadores el partido de Riazor. Con la ayuda de una afición que llenará Son Moix, hay que creer. Se lo han ganado a pulso.
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Opinión