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Análisis

Hay que ir al estadio

Cada uno es muy libre de vivir su mallorquinismo como le dé la gana. Nadie, absolutamente nadie, a pesar de lo que se lee en las redes sociales...

Cada uno es muy libre de vivir su mallorquinismo como le dé la gana. Nadie, absolutamente nadie, a pesar de lo que se lee en las redes sociales, está capacitado para repartir carnets que midan su fidelidad y amor al rojo. Pero si me permiten una confesión, y por muy cabreados que estén, con razón, por la vergonzosa temporada del primer equipo, no entendería que el sábado el aficionado se quedara en casa. No es un partido cualquiera. La salvación es cuestión de fe, porque la lógica dicta que es casi imposible. Pero ese hilo de vida que consiguió en el Pizjuán alimenta las esperanzas, aunque no lo digan, hasta de los más pesimistas. Es la posibilidad de supervivencia en el fútbol profesional de un club que no hace tanto ha sido un motivo de orgullo. Los mismos que se fueron a Elche a la final de la Copa del Rey, o que siguieron al equipo en Europa, deberían estar en Son Moix el sábado. Es cuestión de respeto a un escudo que está por encima de estos jugadores y de estos dirigentes. Ya habrá tiempo de cambiarlos.

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