Se necesita algo más que interés y buenas intenciones para ganar los tres puntos. Arrancó bien ayer el Mallorca, pero lo cierto es que el Almería, jugando lo mínimo pero poniendo más ímpetu, se llevó un partido que se trabajó minuto a minuto.
No mejoró mucho el equipo de Olaizola al de Vázquez; es más, de nuevo se le vieron las vergüenzas a una plantilla más que decente en cuanto al toque de balón, pero que juega con una marcha menos que sus rivales, que llega más tarde a los balones sueltos y que sale perdiendo en los choques. Al respecto, habría que hacer un estudio de cómo ha involucionado la plantilla en el aspecto físico, porque no es normal salir perdiendo casi siempre en el cuerpo a cuerpo y que nadie del equipo sea capaz de ganar un esprint a un contrario. Y no es cosa de esta temporada, ha sido algo habitual en los últimos años. Quizás también haya algo psicológico; eso explicaría que haya errores en algunas tomas de decisiones por parte de los futbolistas.
Queda claro que el problema no era solo de entrenador. La planificación de la plantilla ha sido mala, porque así lo muestran los resultados. Y al final, por mucho estilo y otros cuentos que nos inventemos, lo que sirve son los puntos. El 'tanto ganas tanto vales' es ley en el fútbol. Y en el Mallorca actual una victoria cuesta media vida.
