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La crónica

Al descenso en doce minutos

El Mallorca se condena después de un inicio de pesadilla en El Sadar que le cuesta dos goles en doce minutos - Un gol de Coro dio vida al equipo, que pese a dominar el partido durante 70 minutos apenas inquietó a Nauzet - El árbitro no pitó un claro penalti sobre Sissoko cuando los rojillos jugaban con más claridad

Al descenso en doce minutos

La impotencia del Real Mallorca en los metros finales se tradujo en una derrota que condena al conjunto de Albert Ferrer a terminar la jornada en descenso. Los bermellones, ayer de negro, pagaron un precio muy alto por saltar al césped de El Sadar con una empanada mental que les costó dos goles en doce minutos. Un tanto de Coro les volvió a meter en el encuentro y con el paso de los minutos se hicieron dueños absolutos del balón. Pero transcurrieron otros setenta minutos de partido sin que protagonizaran un solo disparo entre los tres palos que les hiciera merecedores del empate.

Es cierto que el colegiado no quiso ver un claro penalti sobre Sissoko cuando el Mallorca buscaba el empate con más ahínco. Y que el grupo de Ferrer logró algo tan difícil como remontar el vuelo después de encajar dos tantos en doce minutos. Sin embargo, el fútbol solo entiende de goles. Y los bermellones se emborracharon de balón pero apenas exigieron a Nauzet.

Ferrer dejó otra vez a Bianchi en el banquillo, dejando claro que no confía en un delantero que ha costado mucho dinero y cuya continuidad en el club después del mercado de invierno está puesta en duda.

El Mallorca empezó dormido el partido y pagó un precio muy alto. El primer gol fue consecuencia de una de esas lagunas defensivas que hacía tiempo que el Mallorca no se permitía. Torres ejecutó un lanzamiento de esquina, recogió el rechace ydispuso de todo el tiempo del mundo para proyectar un centro medido que cabeceó Unai García a placer. Un tímido salto de Pereira fue la única oposición que encontró el central para rematar a la red.

Del regalo defensivo que originó el primer tanto a la jugada desafortunada del segundo solo mediaron dos minutos. Oier merodeó por el pico del área y metió un pase que después de rebotar en Oriol se convirtió en gol. La pelota entró llorando por el poste derecho ante la incredulidad de Cabrero.

El Mallorca prácticamente había besado la lona. Sobre el terreno de juego solo existía un equipo, Osasuna, dispuesto a disparar el tiro de gracia a los hombres de Ferrer con el tercero. Pero entonces la fortuna se alió con los bermellones, que resucitaron merced a un tanto de Coro. Campabadal condujo el esférico por la derecha y el delantero catalán cazó el centro después de que la pelota rebotara en Martins.

Lo celebró efusivamente Coro, que por fin se estrenó en Liga. Y puso fin a una racha del Mallorca de 208 minutos sin ver portería.

Empezó entonces un partido muy diferente, en el que el conjunto de Ferrer se sacudió el miedo y empezó a ser protagonista. Moutinho recuperó su mejor versión y activó la maquinaria en la parcela ofensiva generando varias llegadas al área de Nauzet.

En la más clara de ellas Sissoko burló a su marcador y cuando se dirigía como una locomotora hacia el guardameta osasunista fue objeto de un claro derribo por parte de David García. Lo vio todo El Sadar menos el colegiado, que encima amonestó al francés al entender que simuló penalti.

Trujillo Suárez hurtó el empate al Mallorca, que consumió la primera parte como dominador absoluto del encuentro, metiendo a Osasuna en su campo e inquietando a Nauzet. Pero en el marcador todavía pesaban más en el marcador los primeros doce minutos de pesadilla de los bermellones.

El grupo de Ferrer siguió por los mismos derroteros tras el descanso, haciendo circular la pelota por todo el terreno de juego frente a un Osasuna al que le valía con replegarse y conservar su ventaja en el marcador. Los bermellones se pegaron la pelota a los pies, con Yuste como protagonista absoluto en la recuperación y la distribución.

También es cierto que los navarros apenas sufrían. Y que rozaron el 3-1 cuando Nino remató en posición de fuera de juego. Costas rebañó la pelota en el suelo y sacó de un buen apuro a Cabrero.

La presencia de Bianchi tampoco alteró las cosas. El Mallorca siguió manejando el esférico sin inquietar. Como siempre.

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