A pesar del gol del empate, el Mallorca siguió exhibiendo una alarmante falta de todo. Después de tirar a la basura toda la primera parte, sin una sola aproximación al área, en la segunda, y gracias al repliegue del Sabadell, dominó algo más, creó una sola ocasión clara con el remate de Riera al travesaño y el gol de Cendrós. Nada más. Total falta de personalidad, -todos los rivales le han perdido el repeto- y un juego de una lentitud desesperante. En definitiva, un equipo totalmente intrascendente y previsible. Con jugadores que no aportan nada de nada. Ni un control bueno, ni una pared, ni un desmarque de ruptura...Si dicen que los equipos juegan como entrenan, pues ahí tienen la respuesta. En Son Bibiloni deben pasearse cada mañana, si no es así, no se entiende. El Mallorca rozó el ridículo en el campo del colista. Pero como ahora la moda es quedarse con lo positivo, dedicaremos unas líneas a la actuación de Albert Riera. Casi todo lo que hizo lo realizó con sentido. La sola presencia del mallorquín dio otro aire al juego, aunque solo fuera por cómo desplaza el balón. Vamos, que el veterano jugador de Manacor está pidiendo a gritos un puesto en el once inicial ante tanta mediocridad. Riera: lo único bueno del esperpento de ayer.
