Karpin ha tardado diecinueve jornadas y más de cuatro meses en descubrir que Pereira rinde mejor en la derecha que a pierna cambiada. En este período de tiempo no ha encontrado ninguna solución a la mediocridad de un equipo en el que, a su favor, cabe destacar que Saborit y Fofo han dejado claro el por qué de su suplencia, pero no el de sus respectivos fichajes. El técnico ruso habrá salvado su segundo punto de partido, pero sin cambiar ni un ápice las sensaciones que ofrece su equipo, que jugó con fuego en una primera parte para olvidar en línea con las de toda la temporada en Palma y mereció más goles en la continuación frente a este Albacete que exhibió su condición de colista y perdonó tres ocasiones para haberse adelantado en el marcador. Meter a Joao, desquiciado, entre los centrales era la solución perfecta para ceder el dominio del centro del campo. Rectificar tras el descanso no fue una decisión de sabios, sino de bachiller elemental. El mencionado Pereira recuperó el tono, lo mismo que Cendrós, lo que no evitó que el equipo volviera a jugar con nueve. La presencia de Scepovic en la grada representa un castigo para sus compañeros antes que para el jugador, pues ninguno de sus sustitutos mejora sus prestaciones por escasas que sean. En fin, bien está lo que bien acaba.
