Lo mejor que le podía pasar al mallorquinismo es que terminara este fracasado 2014, lleno de decepciones y hasta de sustos. Ocho victorias en treinta y nueve partidos es un balance fantasmagórico que explica, con la frialdad de los números, el esperpento que ha supuesto este año que finaliza. Cuatro entrenadores -José Luis Oltra, Lluís Carreras, Javier Olaizola y Valeri Karpin han ocupado un banquillo inestable, sobre todo marcado por la penosa segunda vuelta de la temporada anterior, con solo tres triunfos, con los que se consiguió a duras penas la permanencia.
Y eso que a estas alturas de diciembre, cuando acababa el 2013, el pensamiento único era el de regresar a Primera División. No había otra opción, aunque la irregularidad mostrada ya hacía que el ascenso directo quedara algo lejano y muchas voces ya apuntaban a que había que aferrarse a la promoción. Pues ni una cosa ni la otra. Porque la dinámica de derrotas o empates, que motivó la destitución de Oltra en febrero, no encontró mejoría con el desembarco de Carreras, que solo duró tres meses. Los resultados del catalán todavían fueron peores con un Mallorca asomado al abismo del descenso a Segunda B. Olaizola, junto a Pep Alomar, logró ganar con los rojillos al Las Palmas y empatar en Girona y Córdoba, tres resultados que le proporcionaron la salvación. No obstante, el miedo al desastre estuvo demasiado tiempo en el cuerpo de los aficionados y de una plantilla que, en ningún caso, dio la talla. Diez empates y ocho derrotas, con tres escasas victorias, dejaban claro que en la segunda parte de este 2014, la actual temporada, había mucho por mejorar. Después de un verano intenso en el que los líos institucionales seguían a la orden del día, la llegada de Miquel Àngel Nadal a la dirección deportiva posibilitó el fichaje de Miquel Soler, pero ni siquiera empezó la temporada. A diez días de iniciarse la Liga, por el aterrizaje como manager general de Dudu Aouate, Karpin sustituyó a ´Nanu´. El preparador ruso, con una plantilla mucho más barata que la que formaban los Alfaro, Nsue, Hemed y compañía no ha mejorado las estadísticas. Porque en estos dieciocho encuentros solo ha ganado cinco, ha empatado otros cinco y ha caído en ocho ocasiones, unos números que alimentan el estado de desilusión que viven los hinchas bermellones. De hecho, solo está a un punto del descenso.
Es necesario que 2015 sea sustancialmente mejor, sobre todo porque si fuera peor el Mallorca estaría cerca del descalabro. Porque dieciséis derrotas, quince empates y apenas ocho triunfos en todo un año es para olvidar. Y muy rápido.
