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Análisis

Reyes de la transparencia y el criterio

El inventor del criterio, Gabriel Cerdà, y el rey de la transparencia, Utz Claassen, han vuelto a unir sus fuerzas para soslayar cualquier explicación al Consejo de Administración del Mallorca interpretando un paripé digno de un sainete de verbena el pasado miércoles y, a continuación, solventar con sendos correos electrónicos el traspaso del jugador más valioso que haya salido de la cantera de Son Bibiloni o, lo que es lo mismo, patrimonio sagrado del club. Un nuevo ejercicio de funambulismo con tal de no tener que rascarse el bolsillo como prólogo de lo que promete ser la etapa más cicatera y opaca en casi noventa y nueve años de existencia.

Pero ya que tanto aficionados como consejeros se van a quedar por ahora sin las exigibles aclaraciones, vamos a facilitarlas nosotros porque, formalmente esto de que el Real Madrid ha pagado la cláusula de rescisión menos seiscientos mil euros es inexacto. O sea, ha evitado tener que pagar el IVA que corresponde al depositar el dinero en la Liga de Fútbol Profesional y, de acuerdo no se sabe con quién, ha pactado un precio oficial menos gravoso.

Como contrapartida, el Mallorca pagará, en concepto de compensación o como se le quiera llamar y sólo por media temporada, la cesión más cara de su vida por un jugador adscrito a otro equipo. No entraremos a valorar si existe alguna penalización en previsión de una eventual lesión de Marco Asensio desde hoy hasta el 30 de junio. Por más de medio millón de euros en el mercado de invierno se pueden fichar casi tres jugadores que podrían ofrecer prestaciones similares o, en su conjunto, mejores. Pero, tranquilos, que eso no ocurrirá.

Tendrán que pasar todavía treinta días antes de que el mallorquinismo y, sobre todo, casi la mitad de su accionariado, recabe los pormenores de una operación de la que, al fin, se habrá enterado Miquel Àngel Nadal. Pero bajo el yugo de la alianza germano-pollencina con unas gotas manacorenses, vayámonos haciendo a la idea de lo que viene, cómo viene y hacia a dónde va: ¡de cabeza al abismo!

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