l Mallorca se va a encontrar a quince días de empezar la pretemporada con todos los deberes de los despachos por hacer. La auditoría que quiere estudiar Aouate antes de tomar una decisión ni es baladí, ni requiere poco tiempo. Y eso en el mejor de los casos; o sea, si el presidente en cuestión se la deja hacer. Si yo fuera el israelí tampoco me fiaría de alguien que, con un cinco por ciento y sin poderes, pretende multiplicar por dieciocho su mínima inversión, y mucho menos de alguien que, después de hacer público su distanciamiento con Utz Claassen, y viceversa, acepta testificar en la causa del alemán contra Jaume Cladera y Serra Ferrer que se verá el próximo mes de noviembre.

Pero mientras el de Sa Pobla reconoce el fiasco de la temporada y se muestra dispuesto a marcharse perdiendo dos millones y medio de euros y habiendo dejado de ganar un millón más, sus compañeros de Consejo pelean por el último céntimo. Pedro Terrasa, que ya percibió una indemnización millonaria pese a dimitir voluntariamente durante el mandato de Vicenç Grande, aún tiene pendientes de cobro otros cien mil euros por despido improcedente.

Nada muy distinto podemos decir de los litigios planteados por el enterrador del Karlsruhe y el Hannover, con los inestimables servicios de Michel Blum, el periodista reconvertido en director general a doce mil del ala cada treinta días.

¡Cómo confiar en unos u otros, cuando el propio Gabriel Cerdà ha votado en contra del pago de las nóminas a jugadores y empleados entre los que estaba lógicamente incluido el propio guardameta! El show debe continuar, cantaba Freddy Mercury.