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Lletra menuda | Vivir de esperanza y buenos deseos

Aún con todos sus matices y singularidades propias, la Vall de Sóller puede ser, a día de hoy, un buen reflejo de la actitud y el estado de ánimo que presenta el conjunto del sector hotelero de Mallorca.

Todo el mundo se aferra a lo que puede o en lo que no tiene más remedio que apoyarse. En Sóller la esperanza sigue el paso del turismo de senderismo con la esperanza de que, al igual que en una plácida excursión, la ruta no se interrumpa y se pueda alcanzar la cima del otoño con una cierta normalidad. Tal como están las cosas, con tanta volatilidad de la pandemia y su vacunación, la atalaya superior de la plena ocupación ni siquiera se vislumbra.

Una tercera parte de los establecimientos hoteleros de Sóller han podido abrir. A partir de ahí, el objetivo es ir haciendo y procurar una cierta estabilidad en la ocupación a partir de junio. La energía de arranque de la temporada se impulsa desde el mercado alemán y mira de reojo al Reino Unido por si acaso bajan pronto sus restricciones. Abunda la cautela porque no se quiere recaer en precipitaciones anteriores. Es la línea argumental que ha mantenido el embajador británico en su visita a Mallorca esta semana.

Pese a alimentar esperanzas tanto los hoteleros como quienes se dedican al alquiler vacacional se muestran plenamente conscientes de que todo sigue siendo muy volátil. Es así, entre otras cosas, porque las normas sanitarias están sujetas a un calendario lleno de incidencias y mutaciones pandémicas.

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