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Pilar Gómez Enfermera (Barcelona, 1958)

«La paciente debe tener toda la información y saber cómo será la prueba»

La sanitaria ha superado un cáncer de mama que la mantuvo dos años de baja

La enfermera Pilar Gómez, en el hospital de Manacor. Sebastià Sansó

Pilar Gómez asegura que el hospital de Manacor es «muy humano y entrañable» y se declara muy «emocionada y agradecida» por el homenaje que le han dedicado sus compañeros con motivo de su jubilación. Hace una semana el servicio de Radiología del Hospital de Manacor le dedicó una de las salas de mamografías de la Unidad de la Mama, por su gran labor con las pacientes.

¿Cómo llegó al Hospital de Manacor?

Fue en el año 2000. Yo estaba en Nefdial, una empresa privada especializada en diálisis donde también acudían pacientes derivados de la Seguridad Social. Fue cuando me llamaron de aquí de manera urgente, porque acababan de crear la especialidad y había una plaza libre. Hice la entrevista y ya pude quedarme. En el Hospital de Manacor he llegado a ser enfermera supervisora ​de diálisis. Entretanto he estado también en el hospital de Son Llàtzer y en el de Inca.

Pero volvió a Manacor.

Sí, porque era el momento en que hablaban de la finalización del régimen de trabajadores estatutarios y no quería perder mi plaza.

¿Y cómo fue que entró a la Unidad de la Mama?

Tengo que empezar diciendo que hace unos años me detectaron un cáncer de mama que me tuvo casi dos años de baja. No lo pasé bien. Por eso cuando pude volver hablé con la directora de Enfermería de Manacor para comentarle que se me hacía muy difícil volver a Diálisis, que no me sentía con ánimos de atender a enfermos crónicos, que necesitaba más luz. Era una decisión muy personal. Entonces estuve cuatro meses en el hospital de día... pero muy pronto vi que físicamente aún no me encontraba demasiado fuerte. Así que al final terminé en el servicio de Radiología, en la unidad de la mama... y hasta ahora.

¿No le supo mal?

Todo lo contrario. Había un sentimiento de empatía por lo que me había pasado. Creí que podía aportar mucho precisamente por haber superado un cáncer.

¿Cómo llegan las pacientes?

De dos formas o por dos vías distintas. Una es a través de la conselleria de Salud, por medio del programa de prevención precoz, que se hace en mujeres de entre 50 y 69 años. Y la otra es a través del médico de cabecera: si una mujer detecta un bulto o algo que percibe que no es normal, en el PAC, en el hospital o en un control de ginecología...

¿Y entonces?

En primer lugar debe hacerse una mamografía, evidentemente. Si los radiólogos no ven nada raro, hay que ir controlando pero ya está. Si en cambio en la prueba ven algo que no está claro, se hace una ecografía de la mama, que no es más que una prueba complementaria para confirmar o descartar lo intuido anteriormente. Y si ya es necesario se hace una biopsia para estar seguros de si el bulto o la dolencia es benigna o no.

¿Cuál es su función?

Más que nada dar información. Debemos partir de ahí. Desde el momento en que el radiólogo detecta algo que se debe analizar mejor, la paciente debe tener toda la información y saber qué hacemos, cómo será la prueba, de qué tipo, etc. Tranquilizarla y acompañarla en el proceso. Luego también está la parte más clínica, que es la de prepararlo y tenerlo todo a punto, el material necesario y la máquina lista.

Porque el estado de ánimo no debe de ser el mejor aliado en aquellos momentos, y los nervios no deben ayudar a la prueba.

Sobre todo el día de la biopsia si llega el caso, porque es una prueba a la que se le tiene miedo por lo que puede significar. En estos momentos es cuando hay que acoger a la paciente y controlar su estado físico y de ánimo. Si esto se consigue y hay una tranquilidad durante el proceso, la prueba funciona perfectamente, sin mareos ni nada. Mi papel principal es que no estén tan pendientes de la parte técnica y se encuentren emocionalmente bien. Por eso cuando todo acaba muchas veces me dan las gracias. Para una mujer las complicaciones en la mama siempre son un tema muy sensible, porque si un cáncer es agresivo estéticamente puede ser traumático.

¿Qué tiempo suele haber de espera para conocer los resultados?

Unos quince días. Menos si los especialistas notan algo más urgente. Cada semana hay reunión entre los especialistas de Rayos, Ginecología y Patología, para analizar la situación de cada paciente, para ver también cómo se da la información y sus circunstancias personales.

Este sistema de acompañamiento fue pionero en Balears.

La conselleria de Salud trabajaba en ello pero no tenía unos parámetros definidos. Este servicio de enfermería comenzó aquí, con un programa colaborativo junto a los radiólogos, que ahora es un equipo joven y con muchas ganas.

¿Ha llegado usted a implicarse emocional y personalmente con algunos de los casos?

Algunas veces es inevitable, pero intento hacerlo lo menos posible. Pero eso sí, saben que siempre he estado a su disposición en el hospital para lo que necesitaran. Mis funciones, como le decía, son tranquilizar y dar a entender lo que se le hará.

El Hospital de Manacor debe ser especial para usted.

El de Manacor es un hospital muy humano, entrañable diría yo. Siempre he podido hablar directamente con quien lo he tenido que hacer y el trabajo así es mucho más sencillo.

¿Ha habido alguna paciente que no quisiera hablar?

Siempre hay casos que no quieren saber qué pasará... y simplemente se debe respetar, faltaría más. Aunque siempre hay uno u otro tema de conversación para que todo pueda ser más distendido y salga mejor.

¿Se esperaba el homenaje que le prepararon?

¡No!, pensaba que sería algo más sencillo, ¡no que me dedicaran toda una sala! Estoy muy emocionada y agradecida.

¿Cuáles son sus planes después de la jubilación?

Marchar a Barcelona cuando pueda para cuidar de mi madre y ayudar a mi hermana... y cuando las circunstancias mejoren poder viajar y conocer España. No sé si voy a quedarme a vivir en Mallorca. Ahora es el momento de estar tranquila. Hace 41 años que vivo aquí, así que soy medio mallorquina ya.

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