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Retribuciones a gusto y conveniencia del alcalde

Los salarios y complementos por servicios y trabajos prestados corresponden a quien los ha prestado y no tanto a quien está en la obligación de abonarlos. Convendría que Virgilio Moreno asimilara este principio laboral antes de acentuar en exceso su desviación hacia la función de alcalde-empresario que paga con criterio político cuando le conviene y con el dinero de todos.

El Dijous bo y las ferias no constituyen una novedad ni un imprevisto en Inca. Las horas extras que acarrean al personal municipal son perfectamente presupuestables. Pagarlas con dos meses de retraso, aprovechando el cambio de año, "por orden de la alcaldía" y al amparo de débiles argumentos técnicos con instrumento informático, alimenta la crítica sindical y político de la desviación de la capacidad de gasto autorizado. También estable arbitrariedad al contrastarla con el pronto pago de productividad al interventor.

De todos modos, lo más grave es que el alcalde se cuela a capricho en la economía doméstica de los empleados públicos y siembra el malestar en los colectivos municipales. Posterga un derecho adquirido sin justificación suficiente. Pagando en tiempo y forma le cuadrarían mucho mejor las cuentas de su relación con los trabajadores y la rentabilidad de la satisfacción por quien ve retribuidos sus esfuerzos laborales.

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