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Etnología

El viejo sabor de la pasta artesanal

La fábrica de Cas Xot de sa Pobla fue la primera que produjo en el pueblo y la última en cerrar

Jaume Picó ante su vieja máquina de elaborar pastas. J. P.

­Las circunstancias adversas que hicieron que un negocio más que centenario, como la popular fábrica de fideos de Cas Xot, de sa Pobla, fuera inviable, obligaron a Jaume Picó a echar el cierre a la empresa que había heredado de sus padres que, a su vez, heredaron de sus progenitores. Así desaparecía un emblemático negocio de tercera generación, que había atravesado penurias, persecuciones y un cierto esplendor.

Hoy, la casa de la calle Tesorero Cladera número 62 que durante 135 años había albergado la fábrica de fideos de 'Cas Xot', sigue dando cobijo a las máquinas y utensilios de las que salieron toneladas de sabrosas pastas. Elaboraban fideos, burballes, macarrones y otras variedades de pasta para sopa salidas de una materia prima tan simple como agua, harina integral de trigo y aire para el secado de la pasta.

Origen

Recuerda Jaume Picó, Xot, que "la fabricación de fideos llegó a sa Pobla por parte de mi familia materna, originaria de Muro, que se dedicaba a la actividad de recoveros. Es decir, iban a los pueblos de la comarca, entre ellos sa Pobla, para efectuar compra-venta de gallinas, huevos y conejos".

Cuando percibieron que en sa Pobla no había ninguna fábrica de pasta, en el año 1870, se instalaron en la calle Rosari y con una rudimentaria prensa de madera, movida por una burra o por un hombre para hacer rodar las muelas que amasaban la pasta, se dedicaron a hacer fideos.

Vista la buena marcha del negocio aconsejaron a otra familia de Muro que se estableciera como fabricantes de fideos. Así, se repartieron los clientes para, entre los dos, poder hacer frente a la gran demanda. Así lo hicieron hasta que por cuestiones de competencia acabaron separándose. Aquella fábrica operó en la calle Goleta hasta el año 1957.

La década de los años 50 fue la época de máximo esplendor para los fabricantes de fideos y pastas, y en sa Pobla llegaron a operar cuatro fabricantes: Cas Xot, (2) Can Patena y Can Curt, que poco a poco fueron cerrando sus puertas empujados por la crisis en que entró el sector con la llegada a la isla de las sopas de las marcas catalanas Pedralosa, La Familia, Gallo y otras. Estas marcas, comenta Jaume, "utilizaban como base la semolina y para competir con ellas teníamos que importar la referida materia prima cuyo elevado precio impedía que pudiéramos entrar en competencia. Así, en 1956 todas las fábricas de fideos de sa Pobla tuvieron que cerrar, menos la nuestra. Mi padre decidió seguir con el sistema artesanal y compró la única fábrica que quedaba abierta, la de la calle Goleta, asegurándose así el monopolio del pueblo que nos permitió subsistir".

Restricciones

La máxima producción registrada por los fabricantes de sa Pobla coincide precisamente con el periodo de restricciones y controles impuestos por la Fiscalía de Tasas. Entre 1936 y 1956 la producción de fideos todavía se hacía por encargo de particulares y pequeños comercios de comestibles locales. En el caso de los particulares, el fabricante llegó a cobrarla hasta a diez pesetas el kilo. La máquina trabajaba las 24 horas al día en tres turnos horarios. Los clientes esperaban por turno, algunos de ellos llegados en tren desde Palma y otras localidades, únicamente para transformar su propia harina en fideos. Aquella época, pese a todas las adversidades, fue la más rentable económicamente para los fideuers, hasta la llegada de la liberalización económica el año 1956.

En 1942, Cas Xot realiza una renovación tecnológica, sustituyendo la fuerza de la sangre por la mecánica con la incorporación de una máquina metálica propulsada por un motor eléctrico.Fue adquirida en Barcelona y construida por Pedro Renom, que Jaume todavía conserva en el mismo sitio donde fue instalada. La máquina costó 15.000 pesetas y podía fabricar, además de fideos, macarrones, pinyonet y burballes.

Fábrica

Jaume Picó todavía guarda documentación de aquellas inspecciones de la Fiscalía de Tasas y justificantes de sanciones pagadas. Aquella fábrica de Gaspar Picó, su padre, estaba registrada en 1956 en Sanidad con el número 2.074, y en el registro de fabricantes de España con el número 45. "Teníamos una bicicleta a la que enganchamos un carrito con el que yo efectuaba el reparto del género a las tiendas de comestibles y otros clientes como el Hotel Golf del Port d'Alcúdia donde dejaba cinco quilos de macarrones", recuerda.

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