Los descubrimientos arqueológicos no sólo se producen durante las campañas de excavación o prospección. Los hallazgos materiales que se hacen durante estas campañas se deben estudiar en los meses -a veces años- posteriores, y es después de estos estudios que a menudo se produce el verdadero descubrimiento.

Las excavaciones del verano pasado en la necrópolis de Son Real, que viene impulsando el ayuntamiento de Santa Margalida sin interrupción desde el año 2012, fueron ricas en cuanto a hallazgos. Se detectaron cuatro nuevas tumbas, una de las cuales contenía un entierro triple. En total, se exhumaron los esqueletos de seis individuos, cinco de ellos en buen estado de conservación y uno muy afectado por los embates del mar, y seguramente por los expolios que desde hace siglos ha sufrido el cementerio. De hecho, una moneda de Jaime II, de comienzos del siglo XIV, encontrada en el yacimiento probablemente documenta uno de estos expolios que ya se iniciaron en el medievo.

Los estudios realizados por la antropóloga del proyecto, Francisca Cardona, han permitido saber que los tres esqueletos encontrados en la misma tumba corresponden a una mujer de edad adulta o madura; un hombre adulto, de unos 35 a 45 años, y una mujer joven, de 20 a 24 años. Es plausible que se tratara de miembros de una misma familia y también que tuvieran relación con alguno de los individuos masculinos adultos de las tumbas adyacentes.

Pruebas de ADN

Las analíticas de ADN mitocondrial y nuclear -en caso de que se haya preservado ante unas condiciones ambientales adversas por la salinidad que sufre el yacimiento- permitirán en los próximos meses determinar si los individuos están relacionados por vía materna o paterna, respectivamente.

La disposición ordenada de las inhumaciones hace plantear al arqueólogo codirector del proyecto, el doctor Jordi Hernández-Gasch, que "o bien las inhumaciones fueron estrictamente simultáneas o bien se produjeron en un lapso relativamente breve de tiempo, en el que no se acumuló suficiente arena como para borrar la singularidad de cada pequeño túmulo sobre cada cuerpo, ni se había perdido el recuerdo de la posición exacta de cada entierro. En todo caso, el hecho se puede calificar de desastre aunque fuera a nivel familiar o comunitario".

Una tumba próxima, la número 140 de la necrópolis, excavada también el año pasado, deparó otro hallazgo insospechado. Se trata de un tipo de tumba, denominado "de planta circular/oval semihipogea" (es decir semienterrada), que es típica del sector norte de la necrópolis y que proporciona invariablemente un único esqueleto por tumba, el cual pertenece siempre a un hombre de edad adulta que no lleva ningún tipo de objeto de acompañamiento.

La sorpresa fue encontrar aparentemente en el interior de la cavidad ventral del individuo, un hombre de entre 30 y 35 años, una punta de flecha de bronce. Según relata Cardona "el esqueleto se encontraba en una posición de decúbito lateral izquierda con las extremidades inferiores y superiores hiperflexionadas, que es una posición típica en Son Real, mientras que la punta de flecha se encontraba alojada a la altura de la primera vértebra lumbar".

La flecha atravesó al individuo por la espalda , desde la izquierda y fue causa probable de la muerte, si no es que se produjo durante la agresión otra herida mortal que no ha dejado rastro en los huesos. Fue enterrado llevando todavía parte de la flecha dentro del cuerpo. Incluso la madera del astil se ha conservado, dentro de la punta, completamente mineralizada por el propio metal.

Muertes violentas

El hecho de documentar actos de violencia física sobre las personas que además los llevaran a la muerte no es frecuente, si bien es ampliamente conocido en varios contextos culturales de cualquier época. En Son Real se han reconocido varios casos entre los cráneos estudiados por el doctor Campillo hace más de 40 años. Se trata de una quincena de traumatismos craneales, algunos sin duda producto de agresiones. Entre las heridas más graves, pero con resultado opuesto, de supervivencia en un caso, y de muerte en el otro, se encuentra un individuo masculino adulto-joven de 20-25 años que presentaba un traumatismo craneal, en concreto una pérdida de masa ósea en el parietal derecho y fuerte erosión en este parietal y el frontal. Aun así se observaron signos de una regeneración ósea notable. Campillo interpretó la lesión como producto de una agresión con instrumento cortante. El agresor debió de atacar propinando un golpe tangencial de arriba abajo, cortando el hueso. Si bien la cicatrización fue buena y probablemente la curación. Ésta debió de ir acompañada de un proceso infeccioso importante, atendido el tamaño de la herida. Aun así se atribuye al individuo una supervivencia prolongada.

Otro caso es el del individuo masculino de edad madura (de más de 50 años), que presenta dos lesiones que se relacionan entre sí: una consiste en un surco de sección en "V" producida por un solo golpe de instrumento cortante (tipo espada o hacha) y la otra consiste en dos cortes más producidos por dos golpes consecutivos con la misma arma. No se observaron signos de regeneración en ninguna de las lesiones y probablemente le causaron la muerte, si no es que murió en el mismo ataque por otras heridas.

Episodios bélicos

Los arqueólogos reconocen que es tentador describir estas agresiones como derivadas de episodios de conflicto armado intracomunitario o intercomunitario, en un escenario de guerra más o menos puntual, en ningún caso generalizada, entre miembros de la misma comunidad o más bien de diversas, atendida la escala de las comunidades locales mallorquinas de la segunda edad del hierro. Tampoco pueden descartar que los ataques deriven de conflictos interpersonales entre miembros de la misma comunidad o de comunidades diferentes relacionados con agravios o las represalias provocadas por acciones personales.

En todo caso, la datación radiocarbónica del individuo de la tumba 140 ha revelado que murió entre la segunda mitad del siglo VI y el siglo V. Hernández señala que "es el momento de inicio de las murallas de la época balear, último periodo de la prehistoria mallorquina, y que como mínimo señalan un periodo de coerción y violencia institucionalizada, en el que conflictos armados aunque fuera a pequeña escala habrían podido existir".

Yacimiento único a pesar de sufrir expolios durante siglos

Los expolios en la necrópolis de Son Real comenzaron hace muchos años. Como ya se ha mencionado, se ha podido comprobar uno del mismo siglo XIV, gracias a una moneda de Jaume II hallada en el lugar. Jordi Hernández además explica: "Tenemos un caso muy significativo a la par que curioso que nos ha aportado información y nos permite saber que hubo un expolio en el año 2000".

En una de las tumbas que estaban siendo excavadas el año pasado, en un nivel que no corresponde, apareció una bolsa de plástico vacía de los conocidos aperitivos denominados 'Doritos'. Los arqueólogos pudieron saber de esta forma que alguien había excavado esa tumba sin autorización y, por la fecha de caducidad del paquete, supieron que fue el año 2000.

Una de las arqueólogas que ha participado en las excavaciones comenta que "realmente expoliar estos yacimientos supone una pérdida enorme para la ciencia, pero a la vez no aporta beneficios significativos al expoliador. Por ejemplo, una lámpara de aceite romana, como las de Pol·lentia (Alcúdia), supone unos 20 euros en el mercado negro. ¿Vale la pena?".