El culto al mundo rural y la añoranza por los tiempos pasados marcaron de nuevo ayer las beneïdes celebradas en los numerosos pueblos de la part forana donde la veneración a Sant Antoni sigue muy vigente. Vestimentas a l'antiga, carrozas clásicas engalanadas con motivos vegetales, escenas costumbristas o berenars en pleno recorrido fueron notas comunes en los distintos desfiles de bendición animal. Eso, si la lluvia no alteró, llegando al extremo incluso de cancelar, alguno de los programas previstos.

Como siempre fueron los rectores de la iglesia de cada localidad, en su inmensa mayoría, quienes impusieron el agua bendita sobre cuerpos y cabezas de los animales, símbolo de protección para los próximos doce meses, bajo las miradas atentas de sus dueños, orgullosos de poder portar a sus mascotas ante el ermitaño de la llama.

Monturas, tractores y elementos de labranza y matanza no faltaron a una cita cada vez más esperada dentro del calendario santantonier, dado el marcado carácter mallorquín que desprenden sus recuerdos de sombreros y pantalones bombachos, de rebosillos y gipons negros.

Cabe comentar que los actos santantoniers de toda la vida: fo guerons, salida de dimonis, gastronomía, beneïdes, etc., se sucederán nada más y nada menos que hasta el fin de semana días 26 y 27 de este mes de enero. Por ello, los ciudadanos tienen aún muchas oportunidades para participar de la emblemática fiesta y saborearla con intensidad.

En pueblos como Vilafranca y Petra la lluvia obligó ayer a cancelar sus beneïdes, pospuestas para este fin de semana.