"Mi casa deja de ser mi casa este último mes y medio, no hago otra cosa que preparar todos los detalles, pintar los muertos del jardín o toda la iluminación". Cati Oliver explica así cómo su vivienda, ubicada en la urbanización Las Palmeras de Llucmajor, se transforma en una de las más visitadas por Halloween. "Vienen incluso de Palma". Cerca de doscientas personas se acercan esta noche para asistir al espectáculo de terror.

Un jardín con muertos en bolsas de plástico te recibe. Hologramas con fantasmas en las paredes. Cirios en los techos. Y tras una enorme tela negra, un túnel del terror, en el que los amigos de sus hijos y sobrinas provocan gritos a cada paso, simulando una electrocución o una carnicería.

"Hace nueve años que lo preparamos y cada vez viene más gente", relata hacha en mano esta profesora de educación infantil mientras ejerce de anfitriona en su noche favorita.