Síguenos en redes sociales:

Sant Antoni 2017

Manacor, santo y seña abrasador

A la ciudad se le encienden los colores y miles de personas participan de la fiesta más multitudinaria del municipio

De fuego, sentimiento y música. De colmillos afilados, bigotes negros y cuernos del averno. De gloses, Completes y foguerons. Sant Antoni en Manacor se compone de elementos tan básicos e inmutables, que cada año despiertan más la atención del devoto juvenil, del tradicional venido a más o del esporádico que, ante la duda, enciende pronto su fervor como si nada. Y eso que el éxito estuvo, un año más, a punto de no ser. No por la organización, que de nuevo estuvo a la altura, sino por la previsión de una climatología que a las siete de la mañana se mostraba poco halagüeña con el santantonier. Pero fue un espejismo, solamente un truco para el incendio.

Entre hogueras a medio construir a imagen y semejanza (salvando las distancias) de minifallas valencianas, transcurrió la mañana. Entre la ironía, las bicicletas de invierno y algún escolar sin clase. Caras gigantescas del santo de los animales, molinos de antaño o torres Eiffel. Hipódromos, residencias o libros lulianos. Cada loco con su tema y el Dimoni Gros en el de todos. Desde la sátira todo puede ser criticado. Y desde la crítica prender en llamas. El concurso de foguerons lo ganó El Dimonió en Pèl, seguido del Club d´esplai Crist Rei y de los Amics des Mallorquí.

En estas que llegaron las dos y media, y con la hora la efervescencia de la plaza des Convent, el primero de los puntos álgidos del día, cuando más de 5.000 personas se apretujaron bajo el antiguo ayuntamiento de Manacor para no perderse los cuatro bailes de la tentación entre vítores y gritos de artanenc qui no boti.

Dimonions, santo y Gros asaltaron el consistorio, subieron escaleras arriba y se erigieron, por unos minutos, equipo de gobierno. Pero aunque a algunos no les importaría, pronto aparcaron el motín para darse a las fotos, la ensaimada y los chupitos de hierbas dulces.

Atrapados todos por la comunión, solo el parón obligado para comer dejó en brasero el infierno. Porque como cerillas, los miles de feligreses se repartieron entre la Colcada, (o salida en carro desde el Ayuntamiento de concejales, miembros del Patronat, dimonis, banda de música y pueblo), las multitudinarias (y muy seguras) Completes de la parroquia dels Dolors y el encendido del primer fogueró, punto y seguido al comienzo de la depuración, del humo, de longanizas y panceta, pan, botifarrons y más bebida.

Con la barriga llena y los cordones atados, faltaba el último esfuerzo para quien quisiera o pudiera afrontarlo: seguir a la comitiva durante buena parte de la madrugada. Experiencia que sin duda valió la pena.

Pulsa para ver más contenido para ti