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Arqueología

El histórico horno metalúrgico de Santanyí

El poblado Talaies de Can Jordi es objeto, este mes de agosto, de una nueva campaña de intervenciones arqueológicas

Participantes en el estreno oficial del ambicioso proyecto de Can Jordi, en agosto del pasado año.

­El pasado lunes se inició una nueva campaña de intervenciones arqueológicas en el poblado talayótico de las Talaies de Can Jordi, en Santanyí, concretamente a unos dos kilómetros del pueblo, cerca de la carretera de Cas Concos. La dinámica asociación cultural Lausa ha anunciado que se llevarán a cabo trabajos de restauración arquitectónica y se excavará un horno metalúrgico localizado en 2015.

Este yacimiento es uno de los más emblemáticos de Mallorca “por su impresionante muralla y por el hallazgo de dos espadas de bronce en 1979, cuenta con un plan quinquenal de intervenciones arqueológicas para su investigación y puesta en valor que fue impulsado por Lausa con el apoyo del ayuntamiento de Santanyí y el Consell”, señalan.

Esta iniciativa “se ve precedida por las actuaciones que se realizaron en 2013 a fin de restituir un tramo de muralla, intervención dirigida por el arqueólogo Cristòfol Salom y que fue posible gracias al voluntariado de los miembros de la citada asociación”.

Las intervenciones arqueológicas, “dirigidas por los arqueólogos Muns Anglada, Nicolau Escanilla, Beatriu Palomar y Damià Ramis, se iniciaron el pasado año con una primera campaña que permitió poner al descubierto la compleja trama arquitectónica del poblado. No obstante, los hallazgos más relevantes fueron justo en el exterior del poblado, apareciendo el esqueleto de un hombre que había sido enterrado con cal en una hendidura en la roca, así como los restos de un taller metalúrgico sin precedentes en poblados de esta época”. A falta de los resultados de los análisis de carbono 14, “los arqueólogos estiman que tanto el enterramiento como el taller corresponderían a algún momento de la segunda mitad del primer milenio, probablemente anterior a la ocupación romana de la isla”.

Este 2016 está previsto terminar de excavar el taller metalúrgico “y continuar la excavación en el interior del poblado, también se llevarán a cabo intervenciones en una parte de la muralla para consolidarla”.

Los trabajos programados durarán todo el agosto y se invita a todas aquellas personas curiosas e interesadas a conocer de cerca, in situ, las diversas labores que se realizan o a participar en los diferentes trabajos junto con el equipo técnico.

Los impulsores del ambicioso proyecto quinquenal explican que el poblado “se encuentra actualmente segmentado en diversas parcelas privadas. Según el Catàleg de Protecció dels Jaciments Arqueològics de Santanyí, los restos visibles se dispersan en un total de siete parcelas”. Pese a que el yacimiento ha padecido la destrucción de muchos de sus elementos arquitectónicos para la utilización de la piedra en la construcción de caminos y carreteras, “aún hoy conserva los elementos básicos que permiten definir las características principales de su trazado urbanístico”. Se trata de un poblado amurallado de planta ovalada con unos ejes perpendiculares aproximados de 142 por 70 metros que presenta tres áreas bien definidas, identificadas como núcleos noreste, oeste y sur/sureste.

Excavación de la tumba hallada el verano de 2015. LAUSA

“Como es habitual en otros talaiots, el de Can Jordi presenta habitaciones radiales que se le adosan, una de las cuales fue excavada por el equipo dirigido por Antoni López Pons a comienzos de los 80. Según el artículo publicado por el autor (López Pons 1980), se trata de una habitación de dimensiones reducidas, las dos paredes radiales que la cierran por los costados tienen unos seis metros de largo, la parte correspondiente al muro concéntrico al talaiot tiene unos diez y la parte en la que la habitación se adosa al talaiot unos cuatro. En el oeste de la habitación se abre un portal de un metro de ancho que comunica con el exterior. Según continúa describiendo, la habitación no tendría comunicación directa con el talaiot y permanecerían restos de dos tambores de una columna que sostendría la cubierta. A partir de los restos materiales hallados, interpretaron el recinto como un taller de producción cerámica. Después de su destrucción por un incendio no volvió a ser rehabilitada para su uso posterior”, detallan los expertos.

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