Los responsables municipales aseguraron que uno de los objetivos del plan de residuos es el de conseguir que la tasa se reduzca para los ciudadanos. "El problema es que la tasa de incineración es muy cara", apuntó Àngel Garcia, regidor de Medio Ambiente. Y es que el municipio paga cada año dos millones de euros a Tirme para la incineración de los residuos que no reciclan los ciudadanos.

En este sentido, el Ayuntamiento lamenta que un factor que juega en contra del objetivo de abaratar el coste de la tasa es el llamado 'turismo de residuos', concepto que se refiere a la práctica generalizada de depositar las basuras en municipios ajenos. "Inca está rodeado de pueblos en los que el reciclaje se hace puerta a puerta, y se calcula que un veinte por ciento de los residuos generados en estos municipios van a parar a Inca, que tiene que pagar la incineración de basuras que no le corresponden", apuntó la regidora de Servicios, Xisca Barceló.

El Ayuntamiento ya ha retirado uno de los puntos habituales de vertido de residuos y tiene previsto eliminar otros espacios "estratégicos" ubicados en las diferentes entradas a la ciudad.