Nacido el 29 de febrero de 1920, Cristòfol Pastor Pífol es un nonagenario de apenas 24 años. Y en parte esa sería una buena definición: la combinación de la sapiencia de los años y la lucidez y mente abierta de un joven. Sus vivencias y recuerdos han sido la base para que su amigo, el periodista e investigador Antoni Tugores haya escrito Un segle de memòria viva, 360 páginas (con sus correspondientes fotografías) que desgranan el personaje más entrañable del municipio.
"Vendría a ser como una historia apócrifa de los últimos cien años de la sociedad de Manacor", explica Tugores, quien durante un mes y medio se reunió en casa de Pífol para que le diera respuesta a 500 preguntas de toda índole sobre "su visión panorámica" de la historia.
"Era la persona adecuada para contarlo todo en primera persona, porque además de ser tolerante y desenfadado mantiene una muy buena memoria, sin rencores. Evidentemente habla de todo y quizás haya gente a la que no le guste", dice el periodista, autor de otros libros biográficos como el del alcalde republicano Antoni Amer Garanya o Andreu Frau.
´Pífol´, vestido de militar.
Aunque este libro, editado por Lleonard Muntaner y que se presentará este próximo martes a partir de las ocho de la tarde en el teatro municipal, es una transcripción bien administrada de quien tiró piedras a los falangistas y después tuvo que combatir con ellos y en contra de los republicanos en Menorca. De aquel que siendo mosset de carpintero conoció a un guineano de dos años que después se convertiría en uno de sus mejores amigos, el escritor y cantautor Guillem d'Efak, casi omnipresente en cada anécdota de adolescencia y juventud.
Historia en primera persona
Pífol vivió desde la restauración borbónica hasta la segunda república, pasando por la dictadura de Primo de Rivera. Fue la mano derecha de Manuel Morales, director de las Perlas Manacor, actor de teatro en la Casa del Poble, caricaturista o concejal por Unió Mallorquina, en una legislatura que le unió al PP y de la que llega a decir que se granjeó mejores amigos en la oposición que en el propio pacto de gobierno.
"Es una persona bastante contradictoria", prosigue Tugores, "en el sentido de que sus amistades estaban por encima de las ideologías que pudieran tener". Y eso se demuestra en ocho capítulos a modo de monólogo, donde prosigue con la Guerra Civil y el primer franquismo, la postguerra y el hambre que le hizo espabilar para sobrevivir, el estreno de la película Raza, los 60 y los 70, la construcción del barrio del Serralt, el cambio social y económico de la ciudad, la transición, el declive de las perlas...
Y un capítulo final sobre sus reflexiones acerca del futuro de una ciudad a la que ha visto crecer y a la que no mira con demasiado optimismo. Aunque no por ello pierda nunca la sonrisa.
