Es un sábado por la mañana y en las instalaciones de s´Hort Vell, situadas a las afueras de Biniali, se vive una instensa actividad. El centro deportivo está especializado en equitación infantil y en terapias asistidas con caballos.

-¿Cómo empezó s´Hort Vell?

-Iniciamos las actividades hípicas en julio de 1999. El año que viene será nuestro 15 aniversario y ya estamos preparando los actos para las celebraciones. S´Hort Vell nació como una asociación sin ánimo de lucro pero por motivos legales estamos en forma de sociedad mercantil, es decir una empresa privada normal y corriente para poder optar a estar federados. Decidí montar este centro porque quería tener una actividad lúdica prevista para cuando me jubilara. Todavía trabajo de asesora de empresas y de profesora mercantil en Inca, pero entonces quise empezar a preparar mi retiro y mira qué lío tengo montado ahora aquí. ¡Nunca me hubiera pensado que esto crecería tanto!

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-¿Las instalaciones deben haber crecido con los años?

-Sí, empezamos con dos caballos más cinco ponis, unas pocas actividades y mucha ilusión; y ahora tenemos 42 caballos de escuela, un sinfín de actividades y más ganas que nunca. Somos un centro pionero en Mallorca, y el más grande, en varios aspectos relacionados con el mundo del caballo y con el tiempo hemos ido innovando e incorporando mejoras tanto en las instalaciones como en las actividades escolares. Ahora cada semana por aquí pasan unos 180 niños y unos 12 adultos. No somos un centro hípico al uso: somos pioneros en terapias con caballos y no tenemos animales en pensión. Aquí sólo están los caballos que utilizamos en nuestras propias actividades. Afortunadamente a nosotros no nos ha afectado la crisis, porque nos dedicamos a la salud. Tenemos cuatro monitores de equitación a tiempo completo, dos fisioterapeutas, dos psicólogos y un pedagogo-terapeuta. Tenemos tres fincas y unos 60.000 metros cuadrados dedicados al mundo del caballo.

-¿Cuál es la actividad con más éxito?

-Las terapias con caballos son su actividad estrella y prácticamente se puede decir que fue la razón de nuestro nacimiento. Con el tema de las personas con discapacidad, hasta que no te toca de cerca, no eres realmente consciente de su problemática. Yo había viajado y había visto que en este tema en Francia o en Suiza, el contacto con los caballos podía aportar mucho y resultar muy beneficioso para la salud.

-¿Con cuántos de estos caballos cuentan?

-Ahora tenemos 12 caballos destinados a este tipo de terapias porque tienen que ser unos animales especiales, muy preparados, con los que se ha hecho un trabajo de entreno muy riguroso. Ahora este tipo de terapias se han puesto de moda y se hacen en muchos centros. Yo tengo a mucho honor proclamar que aquí hemos sido pioneros y somos muy profesionales: no se trata de coger un poni y ¡hala! a dar una vueltecita. Para nada. Nosotros llevamos cada caso con especial dedicación buscando unos objetivos, unos procedimientos y llevando un seguimiento preciso por parte de nuestro equipo profesional de técnicos cualificados. Estamos a punto de conseguir la certificación ISO de calidad de nuestro centro en esta materia.

-¿En qué consisten exactamente este tipo de terapias?

-A nosotros nos vienen personas con algún tipo de discapacidad y que, con autorización médica, les han aconsejado que, para mejorar su estado de salud, podrían probar este tipo de terapias. Les hacemos un estudio y una ficha en cada caso adaptado a sus necesidades, un seguimiento muy exhaustivo especializado y vamos descubriendo sus avances. Es un trabajo muy riguroso y en el que vemos cómo el caballo es un coterapeuta excelente.

-¿Cómo se elige el caballo?

-Es una labor muy técnica escoger el tipo de caballo que tiene los movimientos que serán los adecuados para el paciente. Es increíble observar cómo se puede aprovechar el interés y la motivación que da el contacto con el caballo. Ves críos que llegan con muchos problemas de tensión, de movilidad o espasmódicos, y al cabo de un rato les ves como se relajan, ves su cara de felicidad, y eso es lo más grande que hay. ¡Es un trabajo impagable!

-¿Por tanto los caballos juegan un papel esencial en estas terapias?

-Son los protagonistas. Hay que tener en cuenta que estos animales son la verdadera plantilla de la empresa, son la plantilla real de empleados. El caballo es el mejor monitor y hay que saber escogerlo bien. El tópico dice que un caballo mayor es más tranquilo y es ideal para esto cuando ya no sirven para montar, pero no es del todo cierto. A veces hay que tratar discapacitados con los que necesitas un caballo joven para que le comunique energía y vitalidad, pero tiene que ser suficientemente dócil, por lo que hay que entrenarlo bien. Y a los entrenos dedicamos mucho de nuestro tiempo. Hay que tener en cuenta que un caballo puede estar ocupado en la impartición de unas 20 horas de clase semanales y el resto del tiempo es el que dedicamos a su preparación, al entreno, a desensibilizarlos de todo aquello que pueda suponer que reaccione mal, etcétera. ¡Es un trabajo inmenso, pero compensa!

-Tantos caballos deben dar mucho trabajo.

-No tanto, están muy bien cuidados y se portan muy bien. Están muy acostumbrados al ajetreo de niños, sillas de ruedas, adultos y son muy dóciles... Por ejemplo, si uno se escapa de su cerca, lo máximo que puede pasar es que venga a saludarte. No son para nada peligrosos. Aquí no tenemos caballos aprisionados, están en libertad en cercas grandes. Están agrupados según su grupo de trabajo y su tipo. Los caballos son muy gregarios y les gusta relacionarse entre ellos. Nosotros fomentamos esta tendencia innata y no están encerrados en establos individuales que sería como una tortura para ellos. Siempre estamos intentanto mejorar su estado físico y anímico. Hacemos con ellos mucha medicina preventiva, aparte del típico veterinario. Por ejemplo, les visita un dentista especializado dos veces al año, también tenemos una acupuntora alemana que los trata.

-¿Qué novedades prevén?

-Para su bienestar ahora estamos experimentando en implantar aquí lo que se llama paddock paradise, una especie de circuito en el que los caballos no están encerrados en una cerca sinó que, están sueltos, imitando su manera natural de moverse de manera libre. En su estado natural, los estudios dicen que los caballos suelen recorrer cada día unos 40 kilómetros, pastando, buscando agua, trotando, jugueteando. Hemos experimentado poniendo un sistema de GPS a dos de nuestros caballos para ver, y analizar sobre un mapa luego, por donde se han movido en la finca, y es sorprendente ver cómo no paran. Esta libertad es mucho mejor que tenerlos encerrados y luego estar obligado a sacarlos a pasear para evitar problemas de movilidad.