El almirante jefe del Estado Mayor de la Armada, Jaime Muñoz-Delgado, presidió ayer el homenaje que realizó el Ministerio de Defensa a los 44 marineros del submarino C4 que murieron en el trágico accidente que sufrió en las costas de Sóller el 27 de junio de 1946. Varios mandos, entre los que se encontraba el jefe del sector naval de Balears, el capitán de navío José Marino Lavilla y el jefe de la estación naval de Sóller, Francisco Arenas, tomaron parte en la ceremonia en la que se dio lectura a un texto que ensalzó los marineros que murieron en el accidente.

Un acto que se hizo ante la bandera nacional, a los pies de la cual se le colocó una corona de laurel. Posteriormente, la comitiva se dirigió al faro de Sa Creu donde fue lanzada al mar. El alcalde de Sóller, Carlos Simarro, también estuvo presente en el homenaje.

Así concluyó el 67 aniversario del accidente que puso punto y final a la carrera del sumergible que, durante la Guerra Civil, estuvo al servicio del bando republicano y nacional. El submarino naufragó tras chocar con el destructor Lepanto al emerger durante unas maniobras militares.

El 27 de junio de 1946 en el transcurso de unas maniobras, la flotilla de submarinos, compuesta por el C2, el C4 y el General Sanjurjo, zarpó de la estación naval de Sóller. Horas más tarde los tres submarinos emprendieron la marcha a 7 nudos de velocidad, cambiando de rumbo cada sesenta minutos. A las 11:43 el C2, divisó a los destructores Alcalá Galiano, Churruca y Lepanto y después de transmitir el mensaje de avistamiento a los otros submarinos, hizo inmersión.

El C2 fue el primero en atacar y a las 13:11 horas hizo superficie a 22 millas del faro del Cap Gros. Se dirigía al Puerto de Sóller, esperando ver salir a flote poco después al C-4 y el General Sanjurjo. Pero 40 minutos más tarde la tripulación del destructor Lepanto, el último barco de la formación naval, contempló atónita cómo emergía a su babor el submarino C4 a tan escasos metros de él que le fue imposible reaccionar. El Lepanto impactó en la zona comprendida entre el cañón de proa y la torreta del submarino a una velocidad de 14 nudos. Fruto del impacto el sumergible se partió en dos. Solo algunos trozos de madera y enseres del submarino resistieron al terrible impacto y quedaron flotando en la zona. El impacto se produjo a 13 millas del Morro de la Vaca. La profundidad era de 300 metros. El recuento final arrojó 44 víctimas mortales.