Es extraña la sensación que el puente elevado sobre el Riuet de Porto Cristo ha dejado entre sus vecinos. Unos no pueden creer que ya haya pasado un año desde su desaparición. A otros, al contemplar la imagen sin cemento sobre el agua, les cuesta imaginarse de nuevo cómo era la infraestructura. A veces es como si nunca hubiera existido. Y aunque lo cierto es que su vida fue más bien efímera (desde 2004 hasta 2011), su repercusión social y mediática lo puso en la primera línea de la política local, con sus conflictos y consecuencias.

"El paisaje es más lindo sin él, creo que Porto Cristo ha recuperado la imagen de pueblo que tenía" señala Cyntia Ambrustolo. "Los problemas de tráfico en verano han vuelto, aunque no tanto como años atrás. Creo que está bien así", añade Jordi Sansó, dueño de uno de los chiringuitos más emblemáticos situado frente a lo que era el polémico puente.

A mediados de octubre del año pasado, una decena de trabajadores de la empresa navarra experta en demoliciones Erri-Berri empezaban a separar las piezas de lo que fue uno de los rompecabezas más caros del municipio: 1,1 millones invertidos a partes iguales por el ayuntamiento de Manacor, el Consell y el Govern. Todo para conseguir descongestionar el tráfico veraniego de una localidad eminentemente turística. Pero cuando los empleados de Melchor Mascaró empezaron su construcción en 2003, varios vecinos afectados por la excesiva cercanía de la nueva calzada a sus viviendas, decidieron acudir a la Justicia aludiendo a su ilegalidad y al daño medioambiental.

Ganaron. Ni la aprobación en el Parlament de una ley a medida para incluirlo dentro del Plan de Carreteras del Consell, ni el intento de un acuerdo económico de última hora con los dos propietarios más beligerantes, lograron mantenerlo en pie. Su derribo fue relativamente más barato: 276.000 euros, más el transporte y reciclado del material caído. Entonces muchos creyeron que aquello sería el colapso para los turistas, un retroceso que haría que muchos huyeran y desistieran de entrar a Porto Cristo, evitando consecuentemente la zona comercial.

Y pese a que hay opiniones para todos los gustos, la apertura de la nueva ronda de circunvalación directa a las Cuevas del Drach ha solucionado parte del problema, sin que los resultados económicos dicten que haya habido un retroceso de las ventas.

"Hemos tenido una muy buena temporada, su falta no se ha notado, si bien es cierto que el desvío de turistas desde el norte de África hacia Mallorca nos ha ayudado", replica Gaspar Asegurado.