El lamento de los ayuntamientos por la falta de liquidez es uno de los efectos colaterales de la crisis. No pasa un día sin que oigamos o leamos las declaraciones de algún responsable municipal que se queja de la condición de ´hermanitas pobres´ que ostentan los consistorios, acompañado del tópico ya muy manido de que representan a las administraciones más próximas a los ciudadanos y las primeras en registrar las quejas vecinales y bla, bla, bla...

Y es cierto. Pero también lo es que si fueran más escrupulosos en el cumplimiento de sus propias ordenanzas la situación económica de los municipios no sería tan dramática. ¿Por qué se molestan en aprobar normativas de convivencia ciudadana que incluyen sanciones a los incumplidores si después no invierten recursos en vigilar la ejecución de las ordenanzas? ¿O lo hacen de cara a la galería?

Carteles que avisan de sanciones en una selva de excrementos caninos

Un ejemplo claro está en el parque ambiental de la Gola, en el Port de Pollença. Un humedal recuperado a medias en pleno centro de la localidad costera que, lamentablemente, destaca por una falta evidente de mantenimiento. De nada parecen servir los carteles que amenazan con sanciones de hasta sesenta euros por dejar los excrementos caninos allí mismo donde el perro se desahoga.

Y como muestra, la foto de la derecha, en la que se observa el regalito dejado por algún can justo al lado del cartel informativo. Imposible que el dueño del animal no lo viera y evidente que nadie vigilaba la fechoría. También es posible que el perro paseara solo, pero en este caso se incumple el cartel de arriba, que informa de la obligación de que los animales vayan atados por el parque. En definitiva, que el problema es el mismo: falta de vigilancia.

Tal vez el titular de esta sección sea exagerado, pero (al menos) el pasado domingo uno tenía que sortear los excrementos de perro. Si algún encargado de velar por la ordenanza hubiera paseado por allí con ganas de imponer sanciones, la cuantía ingresada por el Ayuntamiento habría sido bastante golosa.

El botellón, otro incumplimiento de ordenanza muy común en el parque

Y no sólo de cacas de perro podría forrarse el Consistorio. La práctica del botellón es muy frecuente en el parque ambiental, tal vez por la intimidad que ofrecen los senderos situados entre matas y árboles. Los jóvenes no parecen estudiar educación ambiental en sus centros. Los que dejan botellas vacías en un espacio natural suspenderían seguro.