—¿En qué situación se ha encontrado la empresa?

—Se encuentra en el momento más grave de su historia, con obras iniciadas de más de 190 millones de euros sin financiación, sin servicios elementales de funcionamiento como el servicio de limpieza, inactivo desde abril. No hay liquidez ni posibilidades de transferencias económicas del Govern. Es una empresa terriblemente deficitaria. Sólo en nóminas está previsto este año un gasto de 14,1 millones de euros, cuando la empresa sólo factura al año cinco millones. Además, debe dinero a todos los proveedores desde octubre de 2010.

—¿A cuánto asciende la deuda?

—Todavía se está cuantificando. Solo a los bancos se deben unos 350 millones de euros. Estamos en fase de hablar con los diferentes contratistas.

—Presenta usted una situación cercana a la bancarrota.

—Somos una empresa pública y, en consecuencia, su continuidad depende de las posibilidades y de la voluntad política.

—O sea, que no puede garantizar la continuidad de SFM.

—Si la comunidad no tuviese dinero para financiar el transporte público, debería cerrarse el tren, pero esperemos que no sea el caso. Hay unas prioridades, como la sanidad, que deben atenderse. El transporte público también es prioritario. De momento, puede garantizarse la continuidad.

—¿Personalmente, cree usted en el tren?

—Sí, soy usuario del tren, principalmente en verano. Es un servicio muy cómodo, y como usuario podré aplicar algunas de mis ideas para mejorar el servicio y hacerlo más competitivo.

—¿Por ejemplo?

—Una de las ideas es la de intentar aumentar la velocidad comercial de los convoyes. Pero, en cualquier caso, todo el futuro de SFM pasa por la puesta en marcha del tren eléctrico y poder vender las unidades diésel, que tienen un mercado importante de segunda mano en países emergentes y del este de Europa. Allí, la industria de la reparación funciona, no como aquí, donde es más caro reparar que comprar una nueva unidad. Ahora se ha aprobado la venta de dos convoyes accidentados que el anterior pacto tenía en Sineu y que servían de dormitorio de indigentes y pared de ´graffiteros´, y de otros dos convoyes que aún funcionan.

—¿Cuánto dinero se espera recaudar con esta venta?

—El procedimiento será el de subasta pública internacional. Suponemos que vendrán postores de diferentes partes del mundo. Se ha publicado en las revistas internacionales del mundo ferroviario y esperemos que, por el bien de SFM, las pujas sean altas. Las ventas ayudarán a pagar a algunos de nuestros proveedores cuyos servicios son básicos para el funcionamiento de la empresa. Las imprevisiones del anterior equipo eran brutales, y entre ellas figura la falta de previsión a la hora de prorrogar la contratación del servicio de gasoil.

—¿La difícil situación económica implicará una reestructuración de horarios y frecuencias?

—Se está estudiando. Podría haber una reestructuración y una reducción de frecuencias. Pero hay que tratar de que coincida con los horarios del personal. Se estudian diferentes posibilidades, y el conseller decidirá la más adecuada. Con el actual sistema, el déficit está disparado por el desajuste entre la oferta y la demanda.

—¿Deberán subirse las tarifas?

—Es una decisión que no corresponde a SFM, sino al consorcio de Transportes. Es cierto que hay que incrementar los ingresos, porque si no esto no se aguanta. Pero a lo mejor no nos dejan subir precios debido al sistema de integración tarifaria. Hay que decir que el metro de Palma es el más barato de España. En este escenario, la subida de tarifas no es descartable. La gente tiene que comprenderlo, si las subimos no lo haremos por gusto.

—¿La eliminación de frecuencias no sería un golpe mortal al ferrocarril?

—De ninguna manera. Es una cuestión de costumbres. La gente podrá esperar cinco o diez minutos más. Lo cierto es que ahora hay muchos trenes que viajan vacíos, y esto sí es un golpe mortal a los trenes. Los propios trabajadores de SFM lo dicen.

—¿Cuándo se pondrá en marcha el tren elétrico?

—Cuando esté adjudicado el mantenimiento tanto de la catenaria como de los propios trenes eléctricos. También depende de la consignación presupuestaria. Este sistema es la solución que permitiría liberar los trenes diésel para su venta. Esto posibilitará el pago de muchas deudas y rodar de nuevo. De esta forma, SFM podría ajustar el déficit a unos límites sostenibles.

—¿Cómo se explica que las unidades eléctricas que se han adquirido lleven meses paradas en la estación de Palma?

—Se compraron trenes eléctricos para la línea Manacor-Artà que no son compatibles con el resto del corredor y se adquirieron cuando todavía no estaba definida la vía. En estos momentos está electrificada la línea entre Palma y el Enllaç, que es por donde funcionarán los trenes eléctricos. Entre esta estación y las de Manacor y sa Pobla seguirán funcionando seis trenes diésel. El resto se venderán, y son unos 86 convoyes.

— Tampoco hay plazo para poner en marcha el tren eléctrico.

—Todo depende de la consignación presupuestaria. La catenaria también necesita mantenimiento y reparaciones.

—¿La línea entre Manacor y Artà queda descartada?

—De ninguna manera. Lo que hay que tener claro es que todo pasa por la financiación. Si ésta llega, las obras se pondrán en marcha porque se ha invertido mucho dinero y los trenes están aquí, y otros tres más que esperan en Valencia. También es cierto que una comunidad pequeña como la nuestra no puede invertir 190 millones en solitario.

—¿Cuánto dinero se ha invertido en la obra y qué porcentaje del proyecto está ejecutado?

—Se han licitado obras por valor de 91 millones de euros. Si contamos la adquisición de los trenes, el proyecto está ejecutado en un 29 por ciento, y sin contar los convoyes, en un 19 por ciento.

—¿Cómo piensan solucionar la situación de provisionalidad existente en las obras iniciadas?

—Somos conscientes de que unas obras de esta magnitud no pueden abandonarse. Los trabajos de suspensión consisten en calibrar lo que se ha construido hasta la fecha y llevar a cabo el efectivo cierre de las obras. Hay que acabar infraestructuras, asegurar taludes y desviar carreteras. Antes de un año, las obras no se habrán resuelto. Si pensásemos que los trabajos no se reanudarían hubiéramos usado la figura jurídica de la resolución contractual y no la de la suspensión. Dejamos la puerta abierta a la reanudación. Es una decisión del conseller Company.

—¿Qué les diría a los residentes de los municipios afectados por las obras del corredor?

—SFM buscará la fórmula menos molesta para los vecinos. En unos dos meses finalizarán las molestias. Después, tenemos la esperanza de que llegue dinero del Estado tras el 20 de noviembre. El conseller se encargará de gestionar las ayudas. Como gerente, visitaré a todos los alcaldes del Llevant para explicarles, con los técnicos, cómo se harán las cosas.

—¿El proyecto del tren-tram por el interior de Manacor queda descartado?

—Es un proyecto pendiente de diseño. El ayuntamiento de Manacor ya manifestó su oposición. Lo que es cierto es que el Plan Director establecía que el tren pasaría soterrado por la ciudad. Personalmente, creo que el diseño de Manacor a Artà que se proyectó sobre el trazado antiguo es un error, porque éste está pensado para trenes que iban a 30 o 40 kilómetros por hora. Es un recorrido que siempre traerá problemas, pero no puede cambiarse.

—El tren a Alcúdia también pasará a mejor vida...

—Todo lo relacionado con el convenio ferroviario queda aplazado. También la electrificación desde el enlace hasta Manacor y sa Pobla, obras prioritarias que no se podrán llevar a cabo. El convenio no es más que una declaración de intenciones, pero el anterior Govern ejecutó obras a sabiendas de que no había dinero. Es grave.

—¿Se plantean acudir a la Fiscalía si ven irregularidades?

—De momento, es algo que no se ha planteado, pero hubo una negligencia gravísima.

—¿Habrá algún tipo de inversión en esta legislatura?

—Si podemos tirar adelante a la empresa y hacerla más viable, racionalizar su explotación...Ya se ha ahorrado mucho dinero en gasoil y en horas extras. El hecho de que el propio personal de SFM limpie los trenes y las estaciones ayuda a no ahogarnos más. Cada día se toman pequeñas medidas. Las inversiones serán pocas y dependerán de las subvenciones estatales y europeas.

—¿La contratación de nuevo personal que estaba prevista ha quedado en el tintero?

—Había un proceso de oposiciones convocado por el anterior gobierno, pero eran para cubrir las necesidades de SFM cuando estuviesen listas las líneas pendientes, hasta Artà y Alcúdia. Obviamente, ahora no es necesario contratar a esta gente. La plantilla actual es suficiente para cubrir el actual servicio.

—¿Se ha planteado una reducción de plantilla?

—No. Lo que pide la gerencia de SFM es que el personal, del cual estamos orgullosos, siga teniendo la respuesta profesional que tiene, porque realiza más trabajo que antes para arrimar el hombro por la empresa.