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Alcúdia. Reacciones a la petición de los mayoristas a los hoteleros sobre el trato al cliente

La amabilidad no es el problema

Los turistas se quejan de los elevados precios y del transporte, mientras que los trabajadores defienden su profesionalidad

"Los empleados de los hoteles y los camareros de las cafeterías y restaurantes son simpáticos y amables. En general, toda la gente de Alcúdia lo es", asegura Gary Eimson, un turista británico que ha llegado recientemente con toda su familia a pasar unas vacaciones en Alcúdia. Gary considera que "lo negativo son los elevados precios. Resulta caro para una familia como la mía –con siete miembros– contratar una excursión o salir a cenar", explica. La familia de Gary ha estado antes en Estados Unidos y en Málaga y opina que Mallorca es "más cara" que los lugares mencionados.

El trato que se da a los turistas se ha puesto en entredicho. La semana pasada tuvo lugar un encuentro entre touroperadores y empresarios del sector turístico de Alcúdia. Los mayoristas insistieron durante la jornada en que era necesario demostrar más simpatía hacia los turistas. Pero para ellos, el trato recibido no es la principal queja.

Eduard Cohen, es un ciudadano estadounidense, de San Francisco, que pasa unos días en Alcúdia en compañía de su esposa. Antes estuvo en Barcelona y dentro de una semana se trasladará a Roma. Cuenta 63 años de edad y sostiene que "pensaba que existía una mejor comunicación entre Alcúdia y Palma". Dice que a su edad "se aprecia el sol y la playa, pero también se tiene interés por ver museos, monumentos y conocer la vida de la gente del lugar. En Estados Unidos se puede hacer ese tipo de turismo con tranquilidad gracias al tren. Barcelona está mejor comunicada por tren que Mallorca. Allí hemos disfrutado de hacer recorridos culturales".

Margaret Cohen, de 60 años, esposa del anterior interlocutor, dice que "la gente de Alcúdia es muy simpática, incluso se esfuerzan en hablarnos en inglés. Nosotros les contestamos en español, pues es habitual hablarlo en California. Eso les alegra porque ven que apreciamos su cultura".

Claire Brown, ciudadana británica, piensa de forma parecida en cuanto a los medios de transporte. Apunta además que "los taxis son muy caros y no son fáciles de conseguir. A veces les llamas y no se detienen". Claire desconocía hasta el momento que la bahía de Alcúdia pertenece a tres municipios (Alcúdia, Muro y Santa Margalida) y que los taxis de uno de ellos no pueden recoger pasaje en otro. "Puede que por eso no se detengan siempre que llamo a alguno", manifiesta riendo una vez informada del detalle. Claire menciona además que se sintió sorprendida al llegar porque en las plazas no hay baños públicos como en otros países de Europa.

Maria del Carmen Mezzo y Maya Oberink regentan un establecimiento de helados en el paseo marítimo. "En general, los que estamos de cara al público somos simpáticos con el cliente, pues nuestro negocio es vender. Supongo que este año todo el mundo lo será más que nunca a consecuencia de la crisis que padecemos", dice María. Maya secunda: "Los pequeños comerciantes tenemos que tener buena cara siempre o la gente no vuelve, eso no necesitamos que nadie nos lo diga", sostiene.

Chari Morente es camarera, con 25 años de experiencia, afirma que "cuando hay mucho trabajo, todos vamos corriendo y es posible que alguien se sienta peor tratado. No obstante, siempre intentamos servir con una sonrisa y una palabra amable".

Noemi Santana, también camarera, opina que "quizá en los hoteles grandes, donde los empleados son más anónimos, no sean tan simpáticos. Aunque con la que está cayendo creo que todos nos hemos puesto las pilas", exclama.

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