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Sa Pobla. La edición de este año contó con una gran exposición de puestos de esencias

La feria de Tardor vence la amenaza de lluvia y reúne a miles de visitantes

En la plaza Major se montó una carpa en la que se colocaron decoraciones dirigidas a estimular los sentidos

La feria de Tardor vence la amenaza de lluvia y reúne a miles de visitantesFotos: M.A.C.

La XIX feria de Tardor de sa Pobla acogió ayer una extensa exposición de muestras y productos a la venta. El público respondió de forma masiva, a pesar de que el cielo amenazó lluvia durante toda la jornada.

Los miles de asistentes pudieron conocer en muchos de los puestos los secretos de productos naturales que ayudan a conseguir un cuerpo rebosante de salud. Esta edición de la feria estuvo dedicada a las esencias. El centro del recinto ferial, situado en la plaza Major, ofreció al numeroso público visitante aguas aromáticas y bálsamos vegetales elaborados por el artesano en cosmética Tomeu Horrach.

La naturalista local Catalina Gomia mostró sus extensos conocimientos sobre la base de las esencias: las plantas. Un rastro de aromas conducía al visitante hasta los puestos de jabones artesanales como los de Aires de Provence. Allí se podía adquirir la Piedra de Alumbra, un desodorante natural también aconsejado para calmar las picaduras y la irritación de la piel.

Los pétalos de rosa invitaban a observar el palco de la plaza, decorado con elegantes piezas de baño antiguo. A pocos metros despedían su aroma las flores de almendro que Margalida Ferrer, fabricante de Flor de Mallorca, recoge a principios de año. Todo constituía un escenario sensorial decorado con plantas y flores naturales, como la pirámide de macetas de la firma Jardinería Integral s´Estepa. Carles Cardona y Rafel Solivellas, del vivero forestal de Menut (Escorca), repartieron más de 5.000 encinas entre los visitantes a la feria.

En la Plaza del Mercado se llevó a cabo una muestra de canciones de la tierra. Biel Collut, Antonia Mussola y Juana Bugeta ofrecían sus tonades mientras se representaban labores de trilla con una mula y las herramientas de la época para esta tarea. Aquí se exhibía una calabaza de más de cincuenta kilos de peso, así como también un boniato de grandes dimensiones.

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