Hace varias semanas dio comienzo la temporada de matances. Se trata de una tradición muy arraigada la isla y que se ha ido trasmitiendo de generación en generación. No en vano, las matances han pasado de tener un papel vital para la supervivencia de la población isleña, hasta convertirse hoy día en un evento primordialmente festivo. Esta tradición permanece intacta sobretodo en la part forana. Son muchas las familias que sin trabajar en el campo engordan un cerdo a lo largo del año, o bien lo compran, con esta finalidad.

El cerdo ha tenido y aún tiene mucha importancia en el mundo rural. Su carne se sala (huesos y tocino) o bien se transforma en los clásicos embutidos: sobrassada, botifarrons, camaiot, varia negre y blanquets, entre otros productos.

Se dice que del cerdo aprovecha todo, aunque casi toda su carne se destina a la elaboración de embutidos. Una de las principales razones que ha permitido conservar esta tradición en la actualidad ha sido que la mayoría de la predilección por todo lo caseros. Los productos de las matances son naturales y de una calidad muy superior a los que se pueden comprar en los supermercados o grandes superficies comerciales.

Los cerdos blancos predominan en la isla y por tanto la mayor parte de matances se hacen con este tipo de cerdo. No obstante, la mejor raza para obtener unos embutidos de alta calidad es la del porc negre mallorquí.

La carne de cerdo fue prácticamente la única carne que comían los payeses a lo largo del año. Por este motivo tiene tanta relevancia dentro de la gastronomía mallorquina, en la que se encuentran mucho platos elaborados con los productos de matances.

El día en que se lleva a cabo es típico comer sopes de matances , frit de matances o arròs de matances. Antiguamente la fiesta se alargaba con música, bailes y juegos tradicionales, costumbre que se ha ido perdiendo a medida que también han ido cambiando las formas de ocio.

Poco a poco esta tradición ha ido desapareciendo debido a dos factores. Por una parte, resulta que gran parte de la sociedad actual prefiere la comodidad e ir a comprar los productos ya elaborados en los supermercados antes que hacer matances por su propia cuenta. Y por otro lado, está el desconocimiento de los trabajos que se llevan a cabo durante la matanza del cerdo. Esta última causa radica en el hecho de que las generaciones posteriores al boom turístico se han educado mayoritariamente desligadas del campo y a sus trabajos.

Reclamo turístico

Actualmente las matances se utilizan como reclamo turístico. En la isla ya hay agroturismos que ofrecen a sus clientes la posibilidad de participar en una matança y así dan a conocer una parte de las tradiciones.