El ayuntamiento de Calvià comenzará a cobrar a partir del año que viene una tasa municipal a aquellas personas que tengan un puesto en los diferentes mercados semanales que se instalan en el municipio. Es una medida que ha motivado críticas entre los vendedores, quienes consideran demasiado altas las tarifas al no haber, dicen, un excesivo volumen de negocio durante el año.

Este malestar se evidenciaba ayer en las declaraciones de algunos feriantes que vendían sus productos en el mercado de Calvià vila. Ubicado a lo largo del Carrer Major, es el de más antigüedad del municipio y llega a aglutinar hasta unos 60 puestos de alimentación, ropa, calzado, bisutería, artesanía y perfumes.

"Yo no digo que no cobren. Todos los municipios lo hacen. Yo lo que digo es que son cantidades exageradas en comparación con lo que vendemos aquí", declaró María Luisa Peralta, que desde hace 17 años instala su puesto en Calvià vila. "Más de uno dejará de venir", agregó.

Las tarifas de nueva creación para 2008 son variables. Por un puesto -una instalación que ocupa aproximadamente unos dos metros cuadrados-, la tasa anual será de 282,05 euros. Si un vendedor ocupa el doble de superficie, tendrá que pagar 486 euros. Por tres puestos se fija una cantidad de 689,95 euros y por cuatro, 893,90 euros. La tarifa para quien instale cinco puestos ascenderá a 1.097,85.

Tasa ya existente

Desde el Ayuntamiento se explica que la tasa que entrará en vigor a partir del año que viene ya existía, pero que no se cobraba como una forma de ayudar a consolidar los mercados en el municipio, la mayoría de los cuales son de reciente creación, como el de la urbanización Galatzó y Son Ferrer. El Consistorio considera superada esta fase y alega que las cantidades requeridas en Calvià son muy inferiores a las de otros mercados de la isla.

Sobre este último punto, la vendedora Amelia Puerta aseguró ayer en Calvià vila: "Es verdad que por ejemplo en Alcúdia se paga mucho más, pero también se gana más dinero. No como aquí, que es un mercado muy pequeño".

Unos metros más adelante, detrás de unas mesas plegables con productos textiles, otra feriante se quejó de que nadie les hubiese consultado. "No hemos tenido ninguna reunión ni nada", se lamentó. "Además nos exigen que todas las paradas sean iguales y que tengamos seguro", dijo, antes de concluir: "Yo no vendré más".