La subestación eléctrica levantada hace 75 años en la estación de Bunyola a cargo de la empresa alemana AEG, imprescindible en el proceso de electrificación de la línea ferroviaria que concluyó en 1929, se conserva tal como estaba entonces, tanto en la estructura como en la maquinaria. Al igual que ocurre en el ferrocarril de Sóller al cual aporta electricidad para moverse, el interior de la subestación tiene un aire de museo. Según explicaron antiguos trabajadores del ferrocarril, la subestación eléctrica tiene la función de transformar 15.000 voltios de corriente alterna en 1.200 voltios de corriente continua. De hecho, los dos tranformadores que están en funcionamiento hoy en día son los mismos que se instalaron hace 75 años.