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Carlos Moreno, durante su intervención en Can Balaguer.B. Ramon

Carlos Moreno: «Nos tenemos que preguntar por qué nos movemos tanto»

«Peatonalizar una calle y que después solo tenga franquicias no contribuirá a mejorar tu calidad de vida»

Carlos Moreno nació en Colombia y reside en Francia desde hace 40 años. Este experto reconocido internacionalmente ofreció ayer una charla titulada ‘La revolución de la proximidad’ invitado por el Ayuntamiento de Palma. Profesor asociado de la Universidad de Sorbona y creador del concepto ‘Ciudad de 15 minutos’, asesora en materia de movilidad a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Hoy intervendrá en la tercera reunión de la Asamblea Ciudadana por el Clima.

¿Qué es la ciudad de 15 minutos?

Es una propuesta que busca cambiar nuestro modo de vida en las ciudades para ser resilientes al cambio climático, desarrollar más la economía local y ganar interacción social. Tanto en la ciudad de 15 minutos como en el territorio de media hora, que se aplica a zonas de media y baja densidad, proponemos que cualquiera pueda tener acceso a los servicios esenciales para satisfacer sus necesidades en una distancia corta. Implica trabajar con menos desplazamientos, hacer compras en tiendas locales, tener mejor atención médica, acceso a educación, cultura y entretenimiento, y espacios públicos de calidad.

¿La idea es que no tengamos que salir de nuestro barrio?

La idea es potenciar la economía local, facilitar una mayor interacción social, aumentar la resiliencia frente al cambio climático y ganar en calidad de vida. No se trata de tener un pasaporte que te impida salir de tus 15 minutos, sino de hacer que en toda la ciudad haya más equipamientos públicos, servicios, empleo local y calidad del espacio público. Y que por lo tanto sea mucho más agradable vivir en la ciudad.

Palma es una ciudad colonizada por los coches. ¿Por dónde hay que empezar?

Tomando conciencia de que estamos abocados a un modo de vida que nos lleva a la catástrofe. Y Mallorca, una isla en el Mediterráneo, es un ejemplo porque aquí han aumentado la temperatura del mar, las sequías y los fenómenos meteorológicos extremos. Esta manera de vivir no es sostenible y si seguimos así, en 20 o 30 años veremos catástrofes cada vez mayores. Ese modo de vida colonizado por los coches implica recorrer grandes distancias y nos tenemos que preguntar por qué nos movemos tanto. La respuesta es estudiar la manera de reducir esos desplazamientos que hacemos obligados. La ciudad de 15 minutos implica cambiar de la movilidad obligada a la movilidad escogida, y eso se hace con muchos más servicios.

¿Para tener una ciudad sostenible basta con peatonalizar?

No. Pasamos mucho tiempo discutiendo sobre si peatonalizar o no peatonalizar. No podemos confundir el objetivo, que es ganar calidad de vida, con los medios que utilizaremos para lograrlo. Si peatonalizas una calle reduces la contaminación de los coches y está muy bien. Pero si después en esa calle solo tienes franquicias que venden a precio alto productos que han importado de China, esa peatonalización no contribuye a mejorar tu calidad de vida. Esas tiendas no representan valor añadido, al contrario. Pensemos primero en lo que significa calidad de vida: tener un alojamiento digno, un trabajo que me permita desplazarme lo menos posible, poder comprar productos locales en circuitos de proximidad y atención sanitaria, cultura y educación. Ahí ya puede entrar la peatonalización, pero no puede ser un fin en sí mismo.

Carlos Moreno.

En Palma cuando se peatonaliza una calle suele quedar invadida por terrazas. ¿En París sucede lo mismo?

No es algo frecuente. En Baleares pasa probablemente por la búsqueda de una economía turística, que tiene una parte oscura. En un proceso de peatonalización puede haber restaurantes, pero también debe haber actividad cultural, centros de salud y startups. Debe haber un uso integral y eso pasa por hacer una política de regularización del espacio público que fije unas pautas de regeneración urbana y de circularidad. Y no hay que tener miedo a la palabra regular.

Aquí existe la creencia de que plantar cara al vehículo privado resta votos. ¿En París también?

No, porque la alcaldesa ganó una primera vez y después una segunda. Son diez años de mandato asumiendo una convicción: luchar contra el cambio climático, recuperar el espacio público, recrear proximidades, desarrollar la economía y la participación ciudadana. No se trata únicamente de coches sí o no, es un plan global que abarca ecología, proximidad, solidaridad y participación. En ese modelo de ciudad está el concepto de pacificar el espacio público y en ese sentido aplicamos la pirámide de la prioridad inversa: peatones, ciclistas, buses, metro, coches compartidos, eléctricos y al final el vehículo convencional. El coche no puede ocupar todo el espacio público solo porque es así desde hace setenta años.

¿Soy más sostenible si circulo por la ciudad con un coche eléctrico?

Si es para recorrer un kilómetro, no. Tampoco si lo usas para atravesar la ciudad para ir de un punto a otro. ¿Vas solo? Estás ocupando entre doce y quince veinte metros cuadrados solo para ti, también cuando lo dejas aparcado. Así que si eres más o menos sostenible dependerá del uso que le des en un contexto de circularidad social y urbana.

¿Los patinetes eléctricos son un mal menor?

Son una evolución tecnológica. Y como con todas las evoluciones asistimos a una falta de civismo cuando se meten por aceras, plazas o hacen zigzag entre los coches. La cuestión es cómo regular para que haya un comportamiento cívico porque si no, el uso de ese objeto atenta contra la harmonía de la ciudad. Si no aparcan en cualquier sitio y no atropellan a la gente tendrán su lugar. 

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