La minúscula calle de la Sacristía de Sant Jaume, que rodea una de las iglesias más antiguas de Mallorca (en el 1236 ya se realizaba el culto), es uno de esos rincones en los que es más fácil imaginar la Palma medieval. Poca luz, se ensancha y estrecha como sacada de una película del expresionismo alemán y tiene puertas, no se le puede pedir más.