Las esquinas de la calle de la Cerveza son muy atractivas tras la prohibición del Govern de abrir los enclaves por antonomasia del turismo de alcohol en la Platja de Palma, la citada Miquel Pellisa y Pare Bartomeu Salvà, es decir, la del Jamón. Cuando los negocios situados en intersecciones tienen acceso por otra vía, lo aprovechan tras cerrar con toldos o vallas de metal provisionales la fachada lindante a la zona problemática. Así lo han hecho los Biergärten ubicados en los números 5 y 8 de Miquel Pellisa después de retirar las mesas y taburetes de la calle peatonal. Los establecimientos de las demás esquinas no tienen las entradas por allí, sino en el paseo de la primera línea o en la otra vía transversal, aunque ocupan un tramo de la clausurada.

Lo mismo ocurre con el único gran local que funcionaba en la del Jamón. Su música inundaba el miércoles la popular calle del ocio nocturno mientras televisaba la semifinal de la Champions con el Bayern de Munich, pero dos días después cerró. Según fuentes de la empresa, lo hizo por falta de clientela, no por las sanciones de la Policía Nacional y la Local hace dos fines de semanas a causa de diversas infracciones. Ahora se suma al resto de establecimientos clausurados y que ofrecen una imagen fantasmal de esta parte del Balneario 6.

Empresarios del ocio nocturno con bares o discotecas en las dos calles cerradas son muy críticos con estos colegas y se sienten en desventaja por cumplir la norma y no eludirla mediante "argucias legales y trampas que benefician al bolsillo de unos pocos", según reprocha uno. "O todos moros o todos cristianos", exige otro que acata "a rajatabla el decreto desde el primer momento, el 15 de julio, pese a poder abrir por otra calle". Un tercero añade que "no se trata de ver quién es más listo y se ríe del Govern buscando esquivar la normativa, sino de un problema global en el que todos tenemos que contribuir para solucionarlo. No pasa nada si un año comemos pamboli en vez de caviar, con lo que hemos ganado los otros años podemos estar contentos".

Los residentes que soportan el ruido de los negocios abiertos se basan en los mismos argumentos de igualdad y prevención contra la covid-19, que es el motivo por el que se cerraron las citadas vías. El texto publicado en el BOIB tras ser presentado por el conseller de Turismo, Iago Negueruela, dice que "se dispone el cierre provisional de todos los establecimientos de comercio, ocio y restauración situados en los siguientes lugares incluidos en el ámbito territorial de aplicación del Decreto Ley 1/2020 contra el turismo de excesos para la mejora de la calidad en zonas turísticas: las calles Miquel Pellisa, Pare Bartomeu Salvà y Punta Ballena".

Posteriormente quedaron exentos los comercios, pero no pueden vender bebidas alcohólicas, cubos ni pajitas con el fin de evitar el botellón.

Dueños de negocios y vecinos consultados se preguntan "cómo es posible que en Magaluf. Un residente lo achaca a la "dejación absoluta de la Policía" tras llamar numerosas veces tanto a la Nacional como a la Local, que "se pasan la pelota", lamenta.

Falta de voluntad

Lo confirma el vicepresidente de la asociación de hoteleros de la Playa de Palma, José Antonio Alarcón: "En relación a los locales de excesos, la normativa nunca ha sido debidamente ejecutada por parte del Ayuntamiento. Pueden ser más contundentes, como se demuestra en Calvià. Es voluntad política y de los funcionarios, ya que con una sola reincidencia, pueden decretar el cierre cautelar de un establecimiento". Destaca que "el espíritu de este decreto es evidente, aunque administrativamente puedan lograr sortearlo. Si cada uno cumpliese su papel, su compromiso con la sociedad, la crisis de la covid acabaría antes", concluye sobre las argucias en las calles del Jamón y la Cerveza.

La patronal del ocio nocturno (Abone) tiene entre sus asociados empresarios cumplidores y otros que no lo son, pero su presidente, Jesús Sánchez, reprocha que es la "consecuencia de que el Govern nunca se reunió con el sector y adoptó medidas a sus espaldas, por lo que hecha la ley, hecha la trampa". No lo justifica, pero cree que "si se hubiese limitado en vez de prohibir todo, esto no hubiera ocurrido. Ahora se demuestra que no somos el foco de los rebrotes, pero Iago Negueruela pretendía acabar con el turismo de excesos y aprovechó el virus para meter a todos en el mismo saco".