Se llaman Budi y Max. Tienen diez años. Desde mayo de 2012 prestaron servicio en la Unidad Canina de la Policía Local de Palma, actuando en detección de sustancias estupefacientes y menudeo, en actuacioes en zonas peatonales, parques conflictivos, botellón, controles preventivos y en los entornos de los colegios. Tambien participaron en numerosas exhibiciones.

Ahora su vida ha cambiado radicalmente, para ellos se acabó el servicio activo. Viven un tranquilo retiro en el entorno natural del Castillo de Bellver, en la sede de la Policía Montada.

El Ayuntamiento de Palma los quería dar en adopción en un primer momento y mandarlos a la perrera de Son Reus. Pero rectificó su decisión por las protestas de entidades animalistas.

Ahora están al cuidado de una antigua integrande le la Unidad Canina que ya pertenecía a la policía montada. Este persona se ha reincorporado a su antigua unidad y, entre sus cometidos, tendrá el cuidadado de estos los dos perros policía. El tercer ejemplar, más joven, será devuelto a la persona que en 2012 lo ceció a la Unidad Canina.