Los vecinos del centro de Palma se preguntan quién habrá invitado al baile a estos nuevos inquilinos que viven en hoteles. No paran de darse pisotones porque hoteles y vecinos forman una extraña pareja en los barrios históricos de las ciudades.

En tres años, el número de establecimientos hoteleros en el centro ha aumentado en 51. De los 38 hoteles que había en 2016 se ha pasado a los 89 de este año, una cifra que crecerá hasta llegar a 104 en el centro histórico de la ciudad. La reacción de los vecinos, los más afectados por este cambio de densidad poblacional y las consecuencias de este modelo turístico, no se ha hecho esperar. Un dato revelador: desde 1998, el centro ha perdido población, ha pasado de 33.000 a 22.000. Once mil personas menos en once años se dice pronto.

Este tercio poblacional perdido de habitantes en el centro de Palma va acompañado de otras pérdidas: el comercio tradicional sustituido por franquicias y tiendas de souvenirs, la calidad de vida ante calles saturadas de turistas o bloqueadas por el tráfico incesante de las furgonetas que abastecen de comida y servicios a los nuevos y fugaces huéspedes del corazón de la ciudad, y mucho ruido.

"La concentración perjudica la convivencia. Si hacemos un cálculo aproximado con 101 hoteles con unas 4.040 plazas turísticas, calculamos que pasan una semana en Palma en diez meses de explotación y con una ocupación de un 70 por ciento nos encontramos con más de 113.000 estancias turísticas al año. Esta carga turística es insostenible y favorece la gentrificación. El escenario a corto plazo de Palma es dramático. Se ha convertido en una ciudad temática del norte y centro de Europa, vacía de vecinos. Esta moratoria ha supuesto un fraude pese a haberla pactado", expresa Joan Forteza, presidente de la Federació d'Associacions de Veïns de Palma.

La residente e integrante de la asociación vecinal del centro Belén González indica que "hemos pedido en varias ocasiones al Ayuntamiento que creen el Observatorio de la Gentrificación para ver cómo cambia el padrón demográfico. La pérdida de vecinos es significativa. ¡Claro que no se debe solo a la proliferación de hoteles sino a un modelo de crecimiento turístico que favorece que el espacio público sea para el turismo: perdemos viviendas que serán para uso turístico, no social", se lamenta.

Los hoteleros

En el otro lado de la calle, los hoteleros. Desde la Federación Hotelera de Palma se vanaglorian del apoyo social de los residentes. Aportan datos de un estudio que encargaron a finales de 2016 al GrupoGes según el cual "el 83,7% de los vecinos consideraban que los hoteles boutique impulsan la economía y el bienestar de los ciudadanos".

"La convivencia con los vecinos es excelente en la mayoría de los casos. Se alegran de que edificios degradados se hayan rehabilitado y convertido en hoteles también por sus efectos colaterales como la reactivación económica de la zona con más comercios y restaurantes para visitantes y residentes", subraya Mercè Peñaranda de la asociación hotelera de Palma.

En ese sentido se expresó Toya de la Vega de la asociación vecinal de Sant Jaume, en contradicción con una vecina de la calle que escribió alarmada por la "pérdida de identidad" de una vía que cuenta con dos hoteles, cinco restaurantes y un bar.

Protestas

Esta misma semana, un vecino "indignado" de sa Calatrava colocaba una pancarta de protesta en su balcón: "Fora Hotel, Taura-arruix". Vive frente al último hotel de lujo abierto en el casco antiguo, El Llorenç del Parc de la Mar.

"Los hoteles tienen carta blanca. Hacen lo que quieren. La otra noche a las 00.30 horas cargaban furgonetas de trabajo, y la Policía no vino. Culpo de desidia al Ayuntamiento", expresó este residente veterano en un barrio al que acaba de crecerle otro hotel. Son 4.

El paso de furgonetas que dan servicio a los hoteles en calles estrechas impide el paso de los viandantes en muchas ocasiones. B. R.

En 2018 se abrió otro no muy lejos, es Príncep, amonestado en varias ocasiones por los vecinos y también por la propia Emaya. Ahora, desde la empresa de limpieza aseguran que "no ha habido más quejas porque sacan la basura sin acumularla y respetando el horario".

Graciela Castro, vecina del hotel, desmiente a Emaya y muestra fotografías de dos semanas atrás en la que los residuos se acumulan en la calle San Cristóbal y otras en las que las furgonetas que dan servicio al establecimiento hotelero ocupan la vía.

"No ha cambiado nada. Siguen haciendo lo mismo, las camionetas de reparto dejan las cosas en la calle y la ocupan. Utilizan Sant Cristófol de carga y descarga, dejan basura y cartones amontonados en el suelo. Para movilidad no es problema que se haga la carga y descarga en esta calle. O sea, que tenemos al Ayuntamiento a favor de los hoteles", expresa la vecina.

La Administración

Joan Comas, director de El Llorenç, un cinco estrellas propiedad de un sueco y un mallorquín, admite que las relaciones con el vecindario "son tensas" y por ello se ha reunido con ellos para alcanzar acuerdos. Esta fumata blanca pone de manifiesto, según la portavoz vecinal de sa Calatrava, Edita Navarro, "la buena disposición de este hotel", para consensuar con el Ayuntamiento medidas que pacifiquen el conflicto.

"Antes de abrir, me puse en contacto con los vecinos para evitar problemas tanto con los ruidos, el tema del reparto de mercancías, y el de residuos orgánicos. Después, nos encontramos con la regidora de Distrito centro", cuenta Comas.

El director hotelero señala que "Movilidad no veía necesario un carga y descarga porque, según ellos pasan pocos coches y ya hay acire. Lo que sí se ha conseguido es que se apruebe un carga y descarga girando hacia la plaza Llorenç Villalonga y retranquear delante del hotel para que sea de doble sentido la plaza".

Los vecinos pidieron apartaderos a lo largo de la plaza Llorenç Villalonga y una parada de taxis. "En nuestro caso, vamos a usar un apartadero delante del hotel y que sea de doble uso", indica el director de El Llorenç.

Frente a las protestas pide "paciencia" y denuncia que un vecino "nos ha cerrado la llave de acometida del agua. Si esto sigue así, acabará el diálogo. Esperemos que sea un hecho aislado".

Desde Cort, la respuesta confirma el doble sentido en la calle Llorenç Villalonga y crear una zona de carga y descarga en la esquina entre la plaza Llorenç Villalonga y Dalt Murada retranqueando los pilones para facilitar el cruce de vehículos en la calle. Es un cambio circulatorio que afecta a Infraestructuras y "puede llevar unos meses". Es decir, más "paciencia".

Principales quejas

Ruido en las terrazas: La Defensora de la Ciudadanía registró un aumento de quejas por ruidos en las terrazas de restaurantes y bares; los vecinos añaden el de las azoteas de los hoteles.

Ruido de camiones de reparto; atascos: Los vecinos que conviven con un hotel se quejan de los ruidos de las furgonetas de reparto y de los atascos que provocan.

Basuras en la calle: Según Emaya, ya no hay quejas sobre basuras dejadas fuera de horario y sin acumulaciones en el hotel es Príncep, sin embargo una vecina aporta fotos de dos semanas atrás que lo desmienten.

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