El protagonista del tradicional paseo en el pancaritat, la figura del Àngel, estuvo este domingo más acompañado que nunca y se convirtió en uno de los muchos vecinos que disfrutaron en Bellver del Diumenge de l'Àngel. Aunque la fiesta no solo sirvió para comer las últimas panades y panadesrobiols de Semana Santa, como se hace en todos los pueblos de la isla, sino también para dar a conocer los problemas de los barrios.

Fue una jornada muy reivindicativa en pleno domingo electoral y en la que tuvieron una gran visibilidad las 44 asociaciones vecinales que integran la Federación de Palma, ya que flanquearon al Àngel con sus Estendards adornados con coloridas cintas y pasearon con él por el entorno del castillo.

Otra novedad fue la alegoría del trenecito artesanal que participó en el recorrido, cuya locomotora representaba la Federación y los vagones eran las 44 entidades. La maquinista, Bárbara, conducía sus demandas, entre ellas "una ciudad verde y sostenible"; luchar contra el alquiler turístico, al que caricaturizaron como un buitre que se lleva el dinero a paraísos fiscales; y una democracia más participativa. Les acompañaron en el animado desfile los Gegants de la Sala, el Drac de na Coca, una banda de música, una batucada, una enorme pancarta portada por mujeres con el lema 'Som l'ànima dels barris y numerosas personas cerrando la comitiva.

A lo largo de la mañana hubo todo tipo de actividades en el interior y el exterior de Bellver, entre ellas las visitas teatralizadas -que también se celebraron por primera vez-, en las que el personaje de Joanot Colom sorprendió al público con la extrapolación a la actualidad de las penurias que sufrieron en la Edad Media, ya que se asemejan más de lo que muchos quisieran. Sabía de lo que hablaba el líder de las germanies, que luchó contra los nobles de Ciutat, encerrados en la fortificación.

Este domingo Bellver nada tenía que ver con aquellos tiempos, porque era una fiesta con familias y amigos descansando y comiendo en el bosque, en la zona arbolada del aparcamiento o en cualquier sitio sentados en el suelo mientras los niños se entretenían en los juegos preparados en la explanada, los talleres de las entidades vecinales, subiendo al camión de bomberos de 1955 y bailando la ochentera canción Los Pajaritos.

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