Esta semana a raíz de la celebración del Día Mundial contra el Cáncer se evidenció la falta de psicólogos especializados en este tema en todo el Estado español. Balears no es excepción. Raquel Rodríguez Quintana -Manacor, 1983- es una de las pocas profesionales que desde su puesto en el Equipo de Atención Psicosocial del Hospital Sant Joan de Déu y el servicio de Hematología y Oncología del Hospital de Son Llàtzer ayuda a pacientes con cáncer, a sus familiares y al personal sanitario a asumir una cascada de emociones y "evitar que deriven en patologías". Raquel Rodríguez no lo oculta: "Hacen falta recursos. Las asociaciones cubren muchas carencias que debería asumir el Estado".

A su especialidad en psicooncología y cuidados paliativos añadir su faceta como terapeuta de duelo en la asociación Nava Jeevan con un centro en Manacor y grupos de trabajo en Palma e Inca. "Hay que aprender a convivir con la muerte, opina una mujer cargada de energía positiva, necesaria para un trabajo que mira a los ojos de la vida en su reto más difícil: el cáncer.

P ¿Qué es la psicooncología y porqué la eligió?

R La psicooncología se dedica a las dificultades emocionales del paciente, de su familia y del personal sanitario que le atiende frente al cáncer. La idea es trabajar en equipo, hacer un abordaje integral. Lo elegí porque siempre me atrajo el tema del duelo. Un día escuché una charla de un psicooncólogo y me apunté a un máster en Madrid. Compaginé mi trabajo en el hospital de Manacor y me di cuenta que me faltaban herramientas, así que después hice un máster en Barcelona en duelo. Ahora compagino mi trabajo en el Equipo de Atención Psicosocial de Sant Joan de Déu (EAPS) y en el servicio de Hematología y Oncología. Es un programa de la Obra Social de la Caixa

P ¿Cuántos psicólogos hay en el EAPS?

R Somos cuatro, y todas mujeres, pero el director, un médico geriatra, es hombre, pero ¡está codo con codo con nosotras! También hay una trabajadora social.

P ¿La aceptación del cáncer es distinta según el género?

R No sé si es cuestión de género sino del aprendizaje por cada uno, y de lo trabajada que está cada persona. Las mujeres somos más emocionales y ellos, más instrumentales. Nosotras tendemos a hablar de ello, y a ellos les cuesta más.

P Las cifras dan escalofrío: 53 por ciento en hombres, y 46, en mujeres. ¿Por qué estigmatizamos el cáncer?

R Porque nos da miedo la muerte y el cáncer es sinónimo de ella. De todos modos, no todo es negativo en el cáncer. Me gustaría que la gente no se quedara con una visión negativa.

P Es cierto. Un dato es esperanzador. El 60 por ciento se curan. ¿Cómo ayuda una psicooncóloga como usted a enfrentarse a él?

R Atendemos en los casos que hay malestar emocional tanto antes, en el momento, después y en el proceso del final de vida. Al principio cuesta que confíen, sobre todo con personas más mayores, pero si ven que no eres intrusivo ni agresivo, superan la reticencia.

P Miedo, rabia, perplejidad, ¿cuáles son las primeras reacciones frente al cáncer?

R Primero se produce un bloqueo y por más que se les cuente, no se enteran de nada, están en shock. Los que intuían algo se hunden o se enfadan al corroborar su sospecha. Yo solo entro si la persona no tiene recurso o es difícil adaptarse. Hay personas con depresión o ansiedad previas y estas son las que están más en riesgo. Estamos para prevenir y evitar un futuro trastorno psicológico. Para ello, es fundamental la escucha para conocer sus necesidades porque el cáncer, el tratamiento, les va a afectar en un ámbito muy grande, trabajo, físico, relaciones sexuales y un largo etcétera. Por ello, potenciamos al máximo los recursos que tiene, incluso aquellos que desconoce.

P ¿Cómo se protege usted ?

R Este trabajo es vocacional pero es muy importante la formación, la supervisión personal porque he visto pacientes de mi edad o a madres con niños, y algunos de ellos sabes que no se van a curar, y te hundes. Por ello me cuido mucho tanto física como social y espiritualmente, es decir, comer bien, dormir bien, tener aficiones, meditación, compartir con mis compañeros...

P ¿Los enfermos también ayudan a los sanos?

R ¡Desde luego! Amo más la vida desde que trabajo en esto, la saboreo. Me siento afortunada y agradecida a ellos, a su cariño; estás en un momento tan íntimo de la persona y que te dejen estar ahí. Es un privilegio.

P ¿En qué situación se ha hundido?

R En la muerte de personas jóvenes o de padres que dejan a hijos pequeños. También, los casos más difíciles para mí es cuando te dicen que se quieren morir y te piden ayuda. Cuando un paciente está al final de su vida y no lo acepta. Está muriendo y te está pidiendo quimioterapia. Esa negación es tremenda y muy dura.

P ¿La eutanasia debería estar aprobada?

R No sé tanto del tema pero diría que hay que avanzar en que haya cuidados paliativos para todos y que el recurso sea igual en todas las comunidades autónomas.

P ¿Cómo acompaña en el duelo?

R Estás al lado del paciente y respetas su ritmo. Te pones en su lugar, no invades. Es importante que trabajes con él de manera integral. Muchos se angustian porque no han hecho testamento, o quieren despedirse bien de sus hijos, muchos se quieren casar. El temor más común es no saber qué les pasará, o si se recuperan, la falta de control, si la enfermedad volverá.

P "Aprender a morir, aprender a vivir". ¿Budista, epicúrea?

R No. Me he encontrado con personas con una fortaleza increíble. Me han enseñado a vivir.