"Parece que nos vamos a morir, pero no... la vida sigue". Tolo Ramis ya no tiene ni ganas de hablar: "Estoy muy cansado, llevamos una semana fatal", confiesa el dueño del bar Cristal en el penúltimo día antes del cierre definitivo del local. Su mensaje de despedida y agradecimiento a la "fiel clientela, empleados, familiares y amigos" quedó escrito para siempre en el libro de recuerdos de uno de los establecimientos más queridos de Palma. "Esto se termina, pero siempre existirá en mi persona y en mi corazón", firma el dueño de un local que "ha seguido de cerca el desarrollo de la sociedad mallorquina" y que "dejará una lágrima en la memoria de nuestra ciudad".

Las muestras de cariño de la gente y el lamento de la mayoría por la desaparición de este emblemático comercio de Palma comenzaron el mismo día que trascendió la noticia. Durante un mes, entre tantos sentimientos encontrados, para los empleados del bar se hacen eternos los últimos días y ahora solo sueñan con descansar.

"Trabajar cada día sabiendo cuándo es el final, es un poco duro, se hace muy largo". Lorenzo Burguera, de 34 años de edad, no pierde la sonrisa mientras sirve a cada cliente como si fuera un día cualquiera. Camarero desde hace una década en el bar Cristal, -es nieto de los fundadores-, no tiene muy claro cuál será su futuro laboral, pero es optimista: "Con el paro y la indemnización algo haremos", dice este padre de familia sin miedo a comenzar una nueva etapa.

Detrás de la barra, su compañero Paco suspira "por la semana fatal" que están llevando. Francisco Tolmo, de 34 años y más de 12 trabajando en esta famosa esquina de Palma, "de momento" solo piensa en las vacaciones. "Me voy a tirar una semana para olvidar el agobio que siento ahora mismo", afirma sin dejar de preparar los cafés que tanto echarán de menos los clientes más habituales.

Se hace difícil imaginar que el tintineo de tazas y copas callará definitivamente en este lugar. Casi mediodía, en una mesa una mujer lee el periódico y bebe a sorbos su café. Su compañero mira a uno y a otro rincón con su rostro embargado de nostalgia y una cámara de fotos con la que quiere inmortalizar hasta el último detalle de la cafetería.

Sobre uno de los grandes espejos que pronto dejará de reflejarnos, un texto titulado "Al bar Cristal", resume el sentimiento de todos a modo de homenaje: "La tristeza embarga a los palmesanos, parte de la historia de nuestra ciudad se va en un periquete€ después de 62 años, siendo centro de reunión, de copas, de localización, de quedar con amigos. Palma queda algo huérfana, la plaza España ya no será la misma, esa gran esquina de cristal se ha roto, pero lo que si se ha roto de verdad ha sido un ícono de los bares de esta ciudad con solera, la armonía de sus gentes que abarrotaban su terraza. Ahora ya no será lo mismo, la historia, las raíces que componen algunos lugares de Palma van desapareciendo. Una desaparición de algo querido, siempre duele y en este caso el Bar Cristal es una lágrima en la memoria de nuestra ciudad. Brindo con una copa del Cristal pues aunque pronto no estará con nosotros siempre quedará en nuestras mentes, nuestros corazones y en la memoria de nuestra ciudad de Palma".