Martí Coll Real vive una pesadilla desde hace una semana, concretamente desde que recibió una carta del Ayuntamiento de Palma con la orden de cerrar, en 48 horas, las seis pistas de petanca y el pequeño chiringuito que gestiona en Son Gotleu desde 1989 y que, a pesar de que ahora Cort diga que no tienen licencia de actividad, sí tienen su correspondiente suministro de agua y electricidad.

"Aquí vienen mayores y niños, hombres, mujeres, gitanos y payos, y nunca ha habido ninguna denuncia, ni peleas, ni problemas, ni racismo", explica Martí Coll, quien preside la Societat Esportiva Bar Central, entidad con tres equipos de petanca, 40 socios y multitud de trofeos.

Por todo ello, Coll no entiende que desde el Ayuntamiento, que públicamente apuesta por fomentar el deporte y la convivencia, se pongan trabas a un lugar de encuentro en el corazón de una barriada tan problemática como es Son Gotleu.

La carta con el aviso de cierre de las pistas, con la amenaza de una multa que podía llegar "hasta los 100.000 euros" si no se cumplía, llegó dos años después de una inspección de técnicos municipales para comprobar las licencias de actividades de su bar. Según Martí, esta inspección debía realizarse en otro local muy próximo al suyo (ya cerrado) que originaba problemas.

Tras recibir la carta, Coll ha sabido que el Ayuntamiento "no tenía constancia de la actividad de petanca" en este lugar, en la confluencia de las calles Francesc Julià y Regal. Su esperanza está puesta en una próxima reunión con representantes de Urbanismo. De momento, si quiere volver a abrir las pistas, tiene que renunciar a cuatro de ellas (se quedaría con el 30% de la superficie actual) y al chiringuito donde sirve comida y bebida a quienes van a jugar a petanca.

La alternativa que le ofrece Urbanismo no le convence. Coll asegura que las seis pistas ya están saturadas, por lo que reducir el número no tiene sentido, y tampoco ve lógico suprimir el servicio de bar cuando otros clubes sí lo tienen.

Acuerdo con el Obispado

Estas pistas se crearon alrededor de 1981, después de que el anterior propietario del Bar Central llegara a un acuerdo con el cura de la barriada para hacerse cargo del solar, ya que pertenecía, y sigue siendo así, al Obispado de Mallorca. En ese momento, era un vertedero de basura, cerca del cual jugaban los niños, relata Coll Real. El Ayuntamiento ya había expropiado la mitad del terreno y había advertido a la Iglesia de que debía vallar la otra mitad y mantenerlo limpio. Fue en ese momento cuando el propietario del Central se ofreció a cerrarlo y a darle un uso social, consciente de que toda inversión "era a fondo perdido".

Seis años más tarde, Martí Coll se hizo cargo del bar y de las pistas. Con ayuda de la asociación de vecinos se solicitó a Emaya un contador de agua. Lo mismo hicieron con el suministro eléctrico...

Ayer, Coll explicaba su caso al asesor de distrito de Llevant, Daniel Oliveira, quien se mostró partidario de esperar a la reunión con Urbanismo. Mientras, los vecinos de Son Gotleu reúnen firmas para exigir que se mantengan las pistas.