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Sa Torreta

Arte en dos ventanas de Santa Catalina

Entre la vulgaridad y la exquisitez a veces solo media la voluntad... y un poco de dinero. El propietario de una vivienda de Santa Catalina puede conformarse...

Hierro forjado para impedir la entrada de cacos.

Entre la vulgaridad y la exquisitez a veces solo media la voluntad... y un poco de dinero. El propietario de una vivienda de Santa Catalina puede conformarse con encargar una reja con dos barrotes verticales y otros dos cruzados o apostar por una propuesta artística. Los trabajos en forja embellecen los balcones de las casas nobles de Palma. Fíjese en los de Can Montenegro. El modernismo apostó con fuerza por esta técnica de domar el hierro en la fragua y a martillazos. Fíjese en el Gran Hotel. La cafetería Miami, en la planta baja de lo que hoy es Zara, estaba ornamentada con ramas y flores de almendro forjados en el Pont d'Inca.

En la calle de la Pursiana se descubre que el arte moderno también puede embellecer ventanas y balcones. Incluso de los edificios de lo que un día fueron viviendas populares, aunque hoy se han integrado en el barrio palmesano de moda: Santa Catalina. El lugar donde las inmobiliarias del norte de Europa pugnan por hacerse con los mejores inmuebles.

Por cierto, resulta llamativo el nombre de calle de la Pursiana. Gabriel Bibiloni explica en Els carrers de Palma que el topónimo obedece a que un residente se casó con una mujer de Prusia y los vecinos empezaron ha referirse a la calle como la de la "prusiana" o "pursiana".

La casa que ha optado por el arte en sus vanos también llama la atención por su fachada pintada con flores. En una de las dos estrechas ventanas que dan a la calle se ve a un hombre que desciende desde los techos -una especie de Gollum de El señor de los anillos- apoyándose en los laterales y la base con rodillas y manos. La otra se asemeja a una araña que ha logrado atrapar entre sus patas una enorme piedra con forma de corazón.

Las dos son arte. Ambas cumplen, además, la función de impedir el paso a los amigos de lo ajeno al interior de la vivienda. Arte y funcionalidad. Una combinación que se repite desde que el hombre pintaba en Altamira los bisontes que pretendía cazar. O cuando los retablos barrocos se convertían en historietas con las que explicar a vida de Cristo o de los santos.

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