­La última de las procesiones que se celebran en Palma en honor a la Virgen del Carmen zarpó ayer desde el Coll d´en Rabassa. Unos 200 fieles participaron en la celebración organizada por la parroquia del barrio y el club náutico de Cala Gamba.

Hacia las 19.15 horas comenzó la marcha por las calles del Coll d´en Rabassa. Desde la iglesia de Nostra Senyora del Carmen abrió paso la agrupación musical La Redención, formada por unas 40 personas. La talla del Virgen les seguía. El paso, que iba decorado con flores blancas, fue portado por cuatro mujeres también vestidas de blanco. El rector de la parroquia, Felip Díez, caminó tras la imagen seguido por unos 70 feligreses. Bermudas y sandalias para ellos, ropa formal para ellas. Una decena de mujeres se vistieron de payesas para honrar a la Virgen.

Al desfile se fueron uniendo los vecinos y al final fueron unas 200 personas las que llegaron al náutico de Cala Gamba. La comitiva fue recibida con pirotecnia y con un club engalanado con guirnaldas de papel de colores. Allí la Virgen del Carmen se embarcó un año más en el Susana II para recorrer las aguas de la bahía.

Paseo hasta Ciutat Jardí

"Papi, tienen mucha suerte los que se suben a las barcas", le dijo una niña pequeña a su padre mientras observaban los preparativos del desfile. Ataron con cuerdas la imagen para evitar que cayera al agua y todos ellos zarparon poco antes de las 20 horas. Veinte minutos es el tiempo que tardó en ir hasta Ciutat Jardí y volver.

El patrón de la embarcación, Mateu Zanoguera, lamentó que "cada vez hay menos afición por la Virgen, porque antes salían unas 50 o 60 barcos a la procesión". Ayer solo fueron media docena.

Otra tradición que ha cambiado es la de celebrar la misa en medio del mar. Ya no dar la comunión desde una lancha. En la explanada del club náutico instalaron un escenario a modo de altar para la misa solemne que, tras la vuelta de la Virgen a tierra firme, cerró las fiestas de verano del Coll d´en Rabassa.