"Aquí ya no se fabrica. Hace unos 20 años que dejamos de hacerlo porque no es rentable", cuenta Cristian Aparicio, de la Panadería Fiol. El tradicional panecillo llonguet ha perdido tirada. Cada vez se elabora en menos panaderías del centro. Su carácter 100% artesanal es su suerte y su condena: es de una calidad mayúscula, pero no puede competir en igualdad con el resto de panes.

Harina, agua y levadura. La lista de ingredientes es corta y sencilla. "Se suelta la masa, se deja reposar 20 minutos, se pliega y se enrolla. Se deja reposar otra vez, y más tarde se corta. Después sólo queda darle forma, dejarlo fermentar unas dos horas y meterlo al horno", afirma Manuel, encargado de Can Canet. El pan se elabora normalmente a partir de una pieza grande que se enrolla para posteriormente dividir en porciones. Tras ser amasada y hacer el corte, le queda esa hendidura tan característica. Según Manuel, en su local hoy trabajan igual que hace 100 años.

En cuanto a medidas, existen dos tipos distintos de llonguets. En Can Canet, los pequeños, de 50 gramos de peso, cuestan 0,55 euros, y los normales, de 80 gramos, 0´80 euros. Aparicio asegura que tiene un pedido de 40 mini llonguets. "Es como si fuera una especie de pulguita. Estos cuestan 0,50 euros y se venden mucho".

El llonguet es un pan típico de Mallorca y Cataluña con un fuerte arraigo tradicional, muy conocido por los vecinos. "Los residentes lo conocen y lo aprecian mucho, lo ven como algo especial, de mucho valor. Cuando una persona empieza a merendarlo siempre se acaba haciendo fiel", cuenta Caterina Sitjar, de s´Oli 13. Según Aparicio, los clientes "saben que es algo difícil de encontrar, porque ya no lo venden en todos los sitios".

El uso más habitual de este pan siempre ha sido para presentarlo como bocadillo para almorzar o merendar. "Los servimos calientes, ligeramente tostados, para poder restregar mejor el tomate. Los tenemos con jamón serrano, queso, camaiot y sobrasada", cuenta Sitjar. Además, añade que otra de las cualidades de este pan es que "es un pan neutro, que vale para todo, dulce o salado". Los precios en su local varían desde los 2,20 euros para los panecillos simples, con aceite y tomate, los 3 euros para llonguets con embutido, hasta los 3,20 euros para los combinados, que suelen venir acompañados de anchoas y camaiot.

Sin embargo, a pesar de la reconocida calidad de este producto, los vendedores aseguran que se está perdiendo por la difícil competencia con los panes prefabricados. Según uno de los encargado de Can Canet, este panecillo "está en decadencia porque los precocidos y las baguetinas se hacen mucho más rápido. El llonguet lleva mucha más trabajo detrás".

La vida de este pan consiste en una lucha por la supervivencia de los productos artesanales frente a los bajos precios que ofrecen las grandes manufacturas. "No se ha conseguido producir de manera industrial, y el hecho de que sea un producto totalmente artesanal le otorga un valor mucho mayor", afirma la dependienta de s´Oli 13.

Asimismo, aseguran que a día de hoy existen algunos hornos, como Ca na Teresa, Can Caneta o Can Fiol, que los siguen produciendo y distribuyendo por algunas panaderías y bares del centro que lo venden con gran atractivo, intentando reavivar su tradición.

Manuel ha pasado toda una vida dedicándose a ese negocio, y reconoce cambios importantes durante los últimos años. "Yo llevo 40 años trabajando aquí, y hace 15 o 20 años hacíamos el doble o el triple. También trabajábamos más con los bares, casi el doble. La pena es que al final es algo que se hace por ahorrar cuatro pesetas".