La fotografía fue tomada por Bartomeu Ramon en agosto de 1997. Las excavadoras están a punto de liquidar los últimos muros de Casa Buades, ubicada en la finca de Son Costa con entrada en la calle Eusebi Estada. Podría ser el final de una industria, pero en aquel momento solo fue un punto y aparte para modernizarse y crecer en las nuevas instalaciones de Binissalem. Quince años después la marca Buades ha dado paso a Teka. Hace tres años estuvo a punto de echar el cierre, aunque un acuerdo entre la empresa y los sindicatos, con jubilaciones voluntarias de por medio, le concedió una prórroga hasta 2014.

Casa Buades nació en 1900, aunque la familia ya fabricaba en el siglo XIX utensilios mecánicos como braseros y quemadores de gas. En el cambio de siglo, Gabriel Buades Vidal decidió desvincularse de los negocios familiares y creó su propia empresa. Su hijo Antonio fue su aprendiz y ayudante antes de convertirse en el heredero. Bartomeu Buades Fiol encabezó la tercera generación. Tras finalizar sus estudios, viajó a Inglaterra en 1948 para aprender el proceso de fabricación de los grifos, un producto que se convertiría en la estrella de la casa.

En 1950 se inauguró la nueva fábrica en la finca de Son Costa. Comenzó con una superficie de 17.000 metros cuadrados, pero con las sucesivas ampliaciones llegó a ocupar toda la extensión del terreno. En sus momentos de máximo esplendor tenía 770 empleados y producía siete millones de grifos al año. Uno de los grandes hitos de la empresa fue el diseño del grifo monomando, que logró una amplia aceptación en el mercado.

La multinacional norteamericana Stanadyne se hizo con la propiedad de Buades en 1982. La imagen del derribo de 1997 simbolizaba un paso adelante no exento de maniobras especulativas con el valor de los terrenos. Ahora, 15 años después, los muros de la fábrica de Binissalem se mantienen en pie, pero la continuidad de la empresa se tambalea a causa del mal que afecta a toda la industria mallorquina: es más barato producir en otros países.