Desde el pasado enero las patronales y los empresarios de la restauración reclaman a Cort una nueva normativa de terrazas que actualice la actual, que con tres décadas a sus espaldas está ya más que desfasada y no responde a las nuevas necesidades del sector. A estas alturas esas prioridades se han convertido en urgencias por los efectos de la crisis y la ley antitabaco. Pero el Ayuntamiento sigue dando hasta ahora la callada por respuesta, no reacciona, no actúa. Ni lo hizo en su momento el equipo de gobierno de Aina Calvo, ni lo está haciendo ahora Mateo Isern, que además llegó a Cort con el compromiso de poner el consistorio a trabajar para reactivar la economía de la ciudad. Las terrazas amplían las posibilidades de los restauradores y, en los lugares adecuados y con una normativa común, poseen un gran efecto dinamizador. Fàbrica es el ejemplo perfecto de cómo una inversión pública bien pensada y ejecutada puede cambiar completamente una zona de Palma, devolverla al ciudadano, llenarla de vida y dar prosperidad a sus negocios. El público se ha volcado este verano con los restaurantes de esa vía, un bulevar lleno de terrazas y animación hasta la medianoche. Ahora, con los llegada del invierno, los restauradores desean prolongar el buen momento instalando toldos y pérgolas para cubrir las mesas. Pero todavía no saben a qué atenerse porque su ayuntamiento no responde, comunica, está ocupado aplicando recortes.