Paso por delante del Bingo Balear y a punto estoy de entrar para ver cómo se ha metamorfoseado la sala de espectáculos en sala de juego. Resisto la tentación. Prefiero recordar las funciones del Teatro Circo Balear de mi infancia, cuando la mitad de la platea se convertía en pista, la orquesta tocaba desde uno de los palcos de proscenio y la mayoría de los espectadores nos situábamos en las gradas del primer piso, lejos del peligro, eso creía yo, si una de las fieras escapaba de la jaula.

El de la plaza del Rosselló no fue el primer Teatro Circo Balear que tuvo Palma. Con este mismo nombre se inauguró en 1875 uno de madera ubicado en s´Hort del Rei. Fue derribado en 1900 para dar paso al Teatro Lírico. En 1909, el arquitecto Manuel J. Raspall construyó el que conoció nuestra generación. Inicialmente se llamó Teatro Balear y tenía una capacidad para 3.500 personas. Ofrecía espectáculos de teatro, zarzuela, varietés, cine y, una o dos veces al año, circo.

En 1948 desapareció la fachada modernista original y se construyó otra de inspiración neoclásica. Así lo conocí. Los recuerdos infantiles son los del circo de siempre: el de los payasos –con su augusto–, el del malabarista que hacía bailar cientos se platos sobre alambres; el de los leones, de los elefantes..., el espectáculo un siglo antes de que llegaran los renovadores del Cirque du Soleil.

Un nombre quedó fijado en mi memoria: Pinito del Oro. La empresa Roses–Tous, cuyo gerente era Jaume Planas, contrató a la gran reina canaria del trapecio. Entonces no supe comprender su categoría. Para mí los trapecistas eran una troupe que evolucionaban con rapidez entre varios soportes y tenían una red por si caían. Pinito actuaba en un solo trapecio prácticamente inmóvil. Y sin red, solo con un ayudante en el suelo, cuya misión de salvarla de una caída desde 12 o 15 metros se me antojaba imposible. Creo que su número de equilibrio me asustó –y cerré los ojos– más que maravillarme. Gracias a la hemeroteca de Diario de Mallorca sé que viví esta experiencia vital en la temporada 1969-1970. Ya no podré recuperar la oportunidad perdida porque donde antes sonaban los "¡oooh!" admirativos del público ahora se escucha "línea" o "bingo". La búsqueda de la suerte ha ganado al esfuerzo.